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LAS BUENAS COSAS POR VENIR

"La Ley tiene una sombra de las buenas cosas por venir"

(Hebreos 10:1)

VÍDEO DEL TEMPLO DE SALOMÓN

1 REYES CAPÍTULO 6

(POR FAVOR, HAGA CLIC, PARA VISUALIZAR EL VÍDEO)

INTRODUCCIÓN

La liberación de la humanidad mediante el precio del rescate y la expiación, sobre la base del sacrificio de Cristo, que permiten las resurrecciones y el perdón de los pecados, posibilitando la vida eterna

"Yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia"
(Juan 10:10)

Los diversos sacrificios y la profecía de la administración de las resurrecciones

Sean las declaraciones de Cristo, como las del apóstol Pablo, la Ley dada a Moisés, para el pueblo de Israel, tiene un significado profético. Una buena comprensión de su simbolismo permite comprender una descripción muy detallada del futuro de toda la humanidad. Esta comprensión permite discernir los enigmas proféticos del libro de Ezequiel, Zacarías de Apocalipsis y otros libros proféticos bíblicos. Como ejemplo, considere dos breves declaraciones de Cristo que muestran que la nación de Israel y su administración fueron la prefiguración del gobierno del Reino de Dios en la tierra: "Jesús les dijo: “En verdad les digo: En la re-creación, cuando el Hijo del hombre se siente sobre su trono glorioso, ustedes los que me han seguido también se sentarán sobre doce tronos y juzgarán a las doce tribus de Israel” (Mateo 19:28). “Sin embargo, ustedes son los que con constancia han continuado conmigo en mis pruebas;  y yo hago un pacto con ustedes, así como mi Padre ha hecho un pacto conmigo, para un reino, para que coman y beban a mi mesa en mi reino, y se sienten sobre tronos para juzgar a las doce tribus de Israel” (Lucas 22:28-30).

Jesucristo muestra que la nación de Israel y su pueblo, bajo la administración de la Ley dada a Moisés, eran el prototipo o modelo profético de la humanidad futura en el paraíso terrestre, compuesta por la Gran Muchedumbre, de la humanidad que habrá sobrevivido a la Gran Tribulación (Apocalipsis 7:9-17) y de los resucitados justos e injustos (Juan 5:28,29). Del mismo modo, el apóstol Pablo mostró que la Ley, que era la constitución dada por Dios a la nación de Israel, era un modelo profético de la realidad de la administración del Reino de Dios en la tierra: "Porque esas cosas son una sombra de las cosas por venir, pero la realidad pertenece al Cristo” (Hebreos 10:1). “Porque estas cosas son sombra de lo por venir, pero la realidad es de Cristo” (Colosenses 2:17). Por supuesto, debe recordarse que los cristianos ya no están bajo la autoridad de la Ley dada a Israel, porque Cristo es el fin de la Ley (Romanos 10:4). Sin embargo, la Ley no ha perdido en modo alguno su valor profético: "Recuerden la ley de Moisés mi siervo con la cual le mandé en Horeb acerca de todo Israel, hasta disposiciones reglamentarias y decisiones judiciales" (Malaquías 4:4).

En su Sermón del Monte, Jesucristo mostró que la Ley tenía que cumplirse, en la persona de Jesucristo, pero también, más en general, en todo el plan divino: "No piensen que vine a destruir la Ley o los Profetas. No vine a destruir, sino a cumplir; porque en verdad les digo que antes pasarían el cielo y la tierra que pasar de modo alguno una letra diminuta o una pizca de una letra de la Ley sin que sucedan todas las cosas" (Mateo 5:17,18). La Ley de Moisés revela el futuro de la humanidad, en detalle. A continuación, el estudio lo demostrará con la Biblia (Hechos 17:11).

Para entender bien el significado profético de la Ley, uno debe empezar por comprender su Fuente, es decir, Jehová Dios. Entre las muchas cualidades de Dios hay dos que son fundamentales y centrales en la Ley Mosaica, la santidad y el amor de Dios: "“Santo, santo, santo es Jehová Dios, el Todopoderoso, que era y que es y que viene”" (Apocalipsis 4:8). "Dios es amor" (1 Juan 4:8). La santidad de Dios no apela a sus sentimientos: Él es santo, y todo lo que Le rodea o se Le acerca, debe ser santo. El amor es la expresión de los sentimientos de Dios, que se manifiestan en la justicia, la misericordia y la fidelidad. La santidad de Dios está íntimamente ligada a la constante necesidad de expiación (para borrar lo que no es conforme a santidad). El Amor de Dios está íntimamente ligado a la posibilidad de la redención humana, de pertenecer a Dios en vista de la vida eterna.

Es muy importante entender que la santidad de Dios es lo que define la esencia misma de todas sus acciones, y que está desprovista de todo sentimiento, es completamente impersonal (con respecto a los sentimientos). Lo que significa que toda su creación debe ser santa y pura. Sin embargo, si por accidente, una parte de la creación ya no satisface aquellos criterios impersonales (sin sentimiento) de santidad divina, inevitablemente desaparecerá. La aparición accidental del pecado en la humanidad ha llevado a la destrucción total de toda la humanidad (a plazo), precisamente en virtud de la ley impersonal (sin sentimiento) de la Santidad de Dios: "Por eso, así como por medio de un solo hombre el pecado entró en el mundo, y la muerte mediante el pecado, y así la muerte se extendió a todos los hombres porque todos habían pecado" (Romanos 5:12). “Porque el salario que el pecado paga es muerte, pero el don que Dios da es vida eterna por Cristo Jesús nuestro Señor” (Romanos 6:23). La primera parte de este versículo, muestra que la necesidad de la santidad (ley impersonal desprovista de sentimiento), hace que el pecado lleve a la muerte, para hacerlo desaparecer. Considerando que, el hecho de que Dios es amor, hace arreglos para darnos vida eterna a través del rescate (Mateo 20:28).

El lector atento puede hacerse una idea mucho más concreta de la alternancia entre lo que se considera “santo”, y por el contrario, como pecado, desde el punto de vista de Dios, leyendo el libro del Levítico. Es muy importante comprender para el resto de las explicaciones, que esta cualidad no está absolutamente ligada a los sentimientos de Dios, sino a lo que constituye la esencia de sus acciones y de su creación. La desaparición del pecado se hace por expiación, para satisfacer el criterio de la santidad divina. La Santidad de Jehová Dios está directamente relacionada con una necesidad constante de sacrificio expiatorio que borre el pecado, o aquel que no esté en conformidad con las normas divinas y eternas de lo que es santo: “Porque yo soy Jehová su Dios; y ustedes tienen que santificarse y tienen que resultar santos, porque yo soy santo. De modo que no deben hacer inmundas sus almas por medio de ninguna criatura enjambradora que se mueve sobre la tierra. Porque yo soy Jehová que los estoy haciendo subir de la tierra de Egipto para resultar ser Dios para ustedes; y ustedes tienen que resultar santos, porque yo soy santo" (Levítico 11:44,45).

Sin embargo, hay otra cualidad que define las acciones de Dios, y es el amor: “Dios es amor” (1 Juan 4:8). Esta cualidad, esta vez, apela a los sentimientos de Dios. Como dijo en varias ocasiones Jesucristo, el Hijo de Dios, la Ley dada a Moisés para la nación de Israel era precisamente una expresión de los sentimientos de benevolencia de parte de Dios, pero también de su Hijo Jesucristo, para con la humanidad. : "¡Ay de ustedes, escribas y fariseos, hipócritas!, porque dan el décimo de la hierbabuena y del eneldo y del comino, pero han desatendido los asuntos de más peso de la Ley, a saber: la justicia y la misericordia y la fidelidad. Era obligatorio hacer estas cosas, y sin embargo no desatender las otras cosas!” (Mateo 23:23). Así, por la justicia, la misericordia y la fidelidad de Dios, por medio de su Ley, veremos cómo Dios ha hecho posible revertir una situación desesperada para toda la humanidad, con miras a su rescate. La expresión del Amor de Dios se ve en las disposiciones específicas que Él ha hecho para la Redención de la humanidad perdida en un proceso de muerte irreversible, causada por el pecado (Juan 3,16). La humanidad que obtendrá la vida eterna en el futuro, pertenecerá a Dios, bajo el rescate por la resurrección. Aquella pertenencia a Dios está representada, en la Ley Mosaica, por las ofrendas quemadas, y las ofrendas de grano que las acompañaban. Para ello, examinaremos el significado profético de las diversas ofrendas bajo la Ley dada a Israel. Pero primero, hay algunos principios bíblicos básicos para entender entre la expiación y el rescate.

La expiación que quita el pecado y el rescate que lleva a la vida eterna

(Hebreos 9:12)

El pecado es la expresión genérica bíblica de aquello que no cumple las condiciones de la santidad de Dios, permitiendo la vida eterna. La expiación es el proceso de hacer "santo" o destruir mediante la destrucción o el derramamiento de sangre la creación pecaminosa. Por lo tanto, la expiación es borrar el defecto o el pecado, mediante la destrucción o desaparición de la creación que ya no satisface los criterios impersonales (sin sentimientos) de la santidad de Dios. La necesidad de la expiación está completamente desprovista de sentimiento, es un valor absoluto, es ineludible y está absolutamente ligada a la Santidad de Dios. Es importante no confundir las nociones de expiación y redención (o rescate), aunque a veces estas dos palabras se asocian.

En el contexto del sacrificio de Cristo, la expiación y la redención (o rescate) pueden tener un significado muy similar, porque en este contexto específico, una (expiación) lleva a la posibilidad de la otra (rescate). Por ejemplo en Hebreos 9:12, el apóstol Pablo escribe bajo inspiración que el valor expiatorio de la sangre del toro fue reemplazado por la sangre de Cristo para justificar la resurrección. Esto quiere decir que en este caso específico, la expiación, sobre la base de la sangre de Cristo, permite la resurrección celestial (o terrestre). Sin embargo, en algunos casos (que ya no están relacionados con el sacrificio de Cristo), la expiación puede tener un significado muy alejado de la redención, es decir, significar una destrucción definitiva. Por ejemplo, en el paraíso terrestre, el injusto resucitado, que persistirá durante 100 años, en pecar voluntariosamente, habrá para él una expiación, una anulación, una restitución de su vida a Dios, por destrucción, a causa de un juicio desfavorable (Isaías 65:20b).

Lo que quiere decir que cuando el valor propiciatorio (permanente) de la sangre de Cristo lleva a la redención (rescate), permite entender que es la ejecución de un juicio, ya sea favorable que lleve al rescate por la resurrección celestial o terrestre con el estatuto permanente de justo (Hebreos 9:12; Efesios 1:14), o un juicio desfavorable, que conduce a la restitución (permanente) de la vida a Dios, a través de la destrucción del pecador que no quiere cambiar (Isaías 65:20b). De ahí la constante necesidad de contextualizar bíblicamente hablando, con las dos palabras (expiación y rescate (redención)). La expiación en la Ley está simbolizada por la ofrenda por el pecado, mientras que el rescate (redención) está simbolizado por la ofrenda quemada (el hecho de que la ofrenda sea totalmente quemada, no significa destrucción, sino que simboliza lo que se entrega en su totalidad a Dios) que pertenece permanentemente a Dios, en vista de la vida eterna. Veremos que el rescate (redención) está íntimamente relacionado con la resurrección (celestial o terrestre).

La Expiación no es Perdón

(Hebreos 9:22)

"Sí, casi todas las cosas son limpiadas con sangre según la Ley, y a menos que se derrame sangre no se efectúa ningún perdón"

(Hebreos 9:22)

El perdón, a diferencia de la necesidad absoluta de la expiación, apela a los sentimientos de Dios. En el marco de la justicia y de la misericordia de Dios, toma medidas para redimir al género humano, víctima del pecado, mediante toda una serie de disposiciones que permiten satisfacer los criterios absolutos e ineludibles de su santidad.

No hay que confundir la necesidad de expiación con el perdón. La expiación es un valor absoluto impersonal de borrar lo que ya no cumple con los criterios divinos de santidad. El perdón es un valor activo que involucra los sentimientos de Dios. Sin embargo, aunque distintos, uno no prescinde del otro: "Sí, casi todas las cosas son limpiadas con sangre según la Ley, y a menos que se derrame sangre no se efectúa ningún perdón" (Hebreos 9:22); sí, no hay perdón sin expiación… Sin embargo, no hay reciprocidad con respecto a este axioma bíblico. Por lo tanto, la expiación no requiere perdón (por ejemplo, cuando un ser humano adámico (descendiente de Adán) muere, se ha hecho expiación por sus pecados, ha pagado, no hay necesidad de perdón por sus pecados, es potencialmente redimible incluso como injusto (Romanos 6:23; Hechos 24:15)) ; donde hay perdón, inevitablemente debe haber necesidad de expiación (por ejemplo, según Apocalipsis 7:9-14, Jehová decidirá perdonar la condición adámica de la Gran Muchedumbre. El texto de la Biblia, muestra que aquel perdón se obtiene a través de la expiación con la sangre de Cristo). Por tanto, el perdón de Dios conduce a la redención (rescate) del ser humano que se beneficia de él (del sacrificio de Cristo).

A continuación del examen, veremos que el sacrificio de Cristo tiene dos valores fundamentales que permiten el mantenimiento en vida de un humano portador del pecado heredado de Adán y la restauración de la vida para los humanos difuntos, mediante la resurrección. El valor expiatorio del sacrificio de Cristo permite a los seres humanos, seguir viviendo, a pesar de que normalmente, tendrían que ser destruidos bajo la ley impersonal (sin sentimientos) de la expiación, basada en la Santidad de Dios. El sacrificio de Cristo tiene un valor de rescate, o sea, que permite el intercambio de los cuerpos mediante la resurrección sobre la base del valor activo de los sentimientos de Dios, basados ​​en el perdón, la justicia, la misericordia y la fidelidad.

El sacrificio expiatorio es lo que borra el pecado 

“Es cosa santísima, como la ofrenda por el pecado y como la ofrenda por la culpa”

(Levítico 6:17)

El sacrificio expiatorio representa la muerte por derramamiento de sangre, acompañada de la destrucción completa del cuerpo heredado de Adán (simbolizado por el animal sacrificado). Es borrar los pecados mediante la muerte del pecador, bajo la Ley de Santidad (Romanos 5:12; 6:23a). Este sacrificio expiatorio puede hacerse con el propósito del perdón de Dios, basado en el valor expiatorio de la sangre de Cristo, que resulta en la redención por la aplicación del valor del rescate por resurrección o vida, con intercambio o reemplazo de cuerpo (para futuros miembros de la gran muchedumbre) (celestial o terrestre) (Hebreos 9:22; Hechos 24:15; Apocalipsis 7:9-17).

Según la Ley, este sacrificio para el perdón de los pecados se hacía mediante el sacrificio de un animal en el altar de cobre, en el patio del santuario del templo. Según la Biblia, la sangre representa la vida y su derramamiento representa la restitución de esa vida a Dios: “Porque el alma de la carne está en la sangre, y yo mismo la he puesto sobre el altar para ustedes para hacer expiación por sus almas, porque la sangre es lo que hace expiación en virtud del alma en ella. Por eso he dicho a los hijos de Israel: “Ninguna alma de ustedes debe comer sangre, y ningún residente forastero que esté residiendo como forastero en medio de ustedes debe comer sangre” (Levítico 17:11,12).

En Apocalipsis 6:9, al abrirse el quinto sello, se hace referencia a la resurrección de los santos que, por su parte, piden a Dios la venganza por su sangre inocente derramada en la tierra a causa de las persecuciones homicidas. Está escrito, que su alma o sangre, representando su vida, está al pie del altar. En efecto, al pie del altar en el patio del templo santuario, había pequeños canales, por donde fluía la sangre de los animales sacrificados. Según Apocalipsis 6:9, esta vez fueron llenos simbólicamente de la sangre inocente de los santos que murieron por su fe, y que serán vengados por Dios en la gran tribulación. Así, la muerte de los seres humanos es en sí misma una expiación o una desaparición de la condición pecaminosa del difunto. En este caso, es la sangre del difunto humano la que hace expiación por sí misma: "Porque el que ha muerto ha sido absuelto de su pecado" (Romanos 6:7).

Es la sangre del difunto la que hace expiación (que borra sus pecados) por él, no la de Cristo (Romanos 6:7). El valor expiatorio de la sangre de Cristo se aplica a los seres humanos pecadores que se mantienen vivos. El mejor ejemplo bíblico es el de la gran muchedumbre en su condición de pecadores, que sobrevivirá a la gran tribulación, gracias al sacrificio de Cristo, en su dimensión expiatoria (derramamiento de sangre): "De modo que le dije inmediatamente: “Señor mío, tú eres el que sabe”. Y me dijo: “Estos son los que salen de la gran tribulación, y han lavado sus ropas largas y las han emblanquecido en la sangre del Cordero" (Apocalipsis 7:14). Mientras que el valor rescate (de intercambio) del sacrificio de Cristo (es decir, todo su cuerpo humano (sangre + carne (ver Juan 6:48-58)), permite la resurrección a través de la restitución (por intercambio) de un cuerpo humano vivo (examinaremos más adelante, qué sacrificio simboliza la redención (el rescate) o el intercambio de cuerpo).

El sacrificio propiciatorio puede representar una eliminación de los pecados por destrucción, de nuevo bajo la Ley de Santidad. Leemos, en este caso, que la sangre de este pecador recae sobre su "propia cabeza", lo que sugiere una destrucción sin perdón y quizás, en algunos casos, sin resurrección (Isaías 34:6 compárese con Apocalipsis 14:18-20; Levítico 20:13; ver Mateo 25:46).

Los sacrificios expiatorios o las ofrendas para el pecado de animales tenían dos propósitos principales. Demostraron la condición pecaminosa de toda la humanidad, representada por la nación de Israel. Mostraban la necesidad de un sacrificio humano para redimir de una vez por todas a la descendencia de Adán, prisionera de su condición pecaminosa y de la muerte (Romanos 5:12).

El propósito de la Ley dada a Israel era preparar al pueblo a la venida del Mesías. La Ley enseñó la necesidad de una liberación de la condición pecaminosa de la humanidad (representada por Israel): "Porque hasta la Ley había pecado en el mundo, pero a nadie se imputa pecado cuando no hay ley" (Romanos 5:13) La Ley de Dios dio a luz al pecado: “Entonces, ¿qué diremos? ¿Es pecado la Ley? ¡Jamás llegue a ser eso así! Realmente, yo no habría llegado a conocer el pecado si no hubiera sido por la Ley; y, por ejemplo, no habría conocido la codicia si la Ley no hubiera dicho: “No debes codiciar”. Pero el pecado, recibiendo un incentivo por medio del mandamiento, obró en mí toda clase de codicia, porque aparte de ley el pecado estaba muerto. De hecho, yo estaba vivo en otro tiempo aparte de ley; mas cuando llegó el mandamiento, el pecado revivió, pero yo morí. Y el mandamiento que era para vida, este hallé que fue para muerte. Porque el pecado, recibiendo un incentivo mediante el mandamiento, me sedujo, y mediante él me mató. De manera que, por su parte, la Ley es santa, y el mandamiento es santo y justo y bueno" (Romanos 7:7-12).

Por lo tanto, la Ley era un preceptor o instructor que conducía a Cristo: "Por consiguiente, la Ley ha llegado a ser nuestro tutor que nos conduce a Cristo, para que se nos declarara justos debido a fe. Pero ahora que ha llegado la fe, ya no estamos bajo tutor" (Gálatas 3:24,25). La Ley perfecta de Dios, habiendo dado sustancia al pecado a través de la transgresión del hombre, mostró la necesidad de un sacrificio que conduciría a la redención del ser humano transgresor debido a su fe (Y no las obras de la Ley). Este sacrificio sería el de Cristo: "Así como el Hijo del hombre no vino para que se le ministrara, sino para ministrar y para dar su alma en rescate en cambio por muchos" (Mateo 20: 28).

El Sacrificio del Cordero Pascual y el Sacrificio de Cristo, del 14 de Nisán

“Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que ejerce fe en él no sea destruido, sino que tenga vida eterna”

(Juan 3:16)

El objetivo de esta parte del estudio, así como la siguiente, es mostrar la diferencia entre la conmemoración del sacrificio de Cristo, el 14 de Nisán, y la celebración del Día de la Expiación, el 10 de Ethaniim (Tisri), la cual tendrá como cumplimiento planetario, a la gran tribulación (Apocalipsis 11:19).

¿Cuándo Jesucristo "se ofreció a sí mismo"? el 10 de Tisri (Etanim) o 14 de Nisán? El 14 de Nisán. Cuarenta días después (ascendiendo al cielo), ¿realmente presentó el valor sacrificial de su sangre? No es lógico. Ninguna profecía bíblica alude a tal acontecimiento, el 14 de Nisán o cuarenta días después. ¿Por qué? Porque, para que Jesús presentara el valor sacrificial de su propia sangre al ascender al cielo, él mismo tendría que haber sido sacrificador de su propio sacrificio, lo cual no es lógico y tampoco bíblico. ¿Quién fue el sacrificador del sacrificio de Cristo? ¿Jehová Dios el Padre o Jesucristo el Hijo? Jehová Dios el Padre, por supuesto... Juan 3:16, tan frecuentemente citado, dice esto: "Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que ejerce fe en él no sea destruido, sino que tenga vida eterna".

Es Jehová Dios Padre quien fue el sacrificador de su propio Hijo, como Abrahán de su propio hijo Isaac (ver Génesis 22:9-14; Hebreos 11:17). Otro texto muestra que Jehová es el sacrificador, porque él mismo preparó un cuerpo para Jesús, dando a entender en vista de este futuro sacrificio: “Por eso, cuando entra en el mundo, él dice: “‘Sacrificio y ofrenda no quisiste, pero me preparaste un cuerpo"" (Hebreos 10:5).

Así, Jehová no necesitaba que se le presentara el valor del sacrificio de Cristo, pues Él mismo era su propio Sacrificador... Lo cual es fundamentalmente distinto del sacrificio del 10 de Tisri (Etanim), y de Apocalipsis 19:11-13, sobre el día de la gran tribulación, donde allí, en efecto, Jesucristo es un sacrificador que presenta el valor sacrificial de su sangre, a fin de justificar, la redención (el rescate mediante la resurrección) de los cristianos que tendrán una resurrección celestial (Ver Colosenses 1: 14) y los resucitados terrestres (Ver Juan 6:48-51; 53-58) y la expiación de los pecados con su propia sangre, para los miembros de la Gran Muchedumbre (Apocalipsis 7:14).

Como se registra en Juan 3:16,36, los beneficiarios del sacrificio de Cristo son aquellos humanos que tienen fe en el sacrificio de Cristo y lo que resulta en la esperanza de resurrección. En las declaraciones del capítulo 6 de Juan, Jesucristo muestra que los humanos que tienen fe en este sacrificio se "alimentan" simbólicamente de la totalidad del cuerpo de Cristo (Sangre + Carne), en vista de la vida a través de la resurrección: "Entonces Jesús les dijo: “Muy verdaderamente les digo: A menos que coman la carne del Hijo del hombre y beban su sangre, no tienen vida en ustedes. El que se alimenta de mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día"" (Juan 6:48-58). El comer del pan y el beber de la copa (todas las esperanzas cristianas combinadas (celestial y terrestre)), durante la conmemoración de la muerte sacrificial de Cristo, el 14 de Nisán, es una expresión de esta fe. El objetivo de este sacrificio es dar vida en abundancia: "El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir. Yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia. Yo soy el pastor excelente; el pastor excelente entrega su alma a favor de las ovejas" (Juan 10:10,11).

El Día de Expiación (Yom Kippur), 10 de Etanim (Tihri)

"Y fue abierto el santuario del templo de Dios que está en el cielo, y se vio en el santuario de su templo el arca de su pacto. Y ocurrieron relámpagos y voces y truenos y un terremoto y un granizo grande"

(Apocalipsis 11:19)

El versículo en el encabezamiento de esta parte, del libro de Apocalipsis, será el cumplimiento planetario del Día de la Expiación (Yom (Día) Kippur (Expiación)), es decir, la Gran Tribulación mencionada en Daniel 12:1 (tiempo de angustia) y Mateo 24:21 (Gran Tribulación). Este pasaje del Apocalipsis parece ser el corazón mismo del Apocalipsis, es decir, que esta celebración planetaria tendrá lugar en un cierto 10 de Etanim (Tisri). ¿Por qué tal afirmación? Simplemente porque Jehová Dios, el Padre, no permitía que el Sumo Sacerdote viera el Arca del Pacto en ningún día que no fuera el 10 de Etanim (Tishri), el día diez del mes séptimo, es decir, el Día de la Expiación ( Levítico 16:29). Apocalipsis 11:19a es la expresión enigmática de una fecha: 10 de Etanim (Tisri).

La profecía de Zacarías y el libro de Apocalipsis son los dos libros que hacen la conexión entre el Día de la Expiación, como el Día de Jehová (Zacarías) y la Gran Tribulación. La descripción del procedimiento de esta celebración dramática se encuentra en Levítico capítulo 16. La compararemos con la profecía de Zacarías que alude directamente a la Gran Tribulación, como el Día Único de Jehová.

En cuanto a los sacrificios expiatorios, las ofrendas para el pecado (y no las ofrendas quemadas (para el rescate)), se trataba de tres animales: un toro y dos machos cabríos (Leer Levítico 16). De los tres animales que iban a ser sacrificados de manera expiatoria (ofrendas para le pecado), los dos primeros eran sacrificados (el toro y el primer macho cabrío), mientras que el tercero se dejaba con vida (el macho cabrío para Azazel). Ahora bien, es importante saber a qué partes de la humanidad corresponden aquellos tres animales (dos sacrificados y uno con vida). Los dos sacrificios expiatorios (ofrendas para el pecado), particularmente el segundo, describen la muerte de dos partes de la humanidad: una (el toro), poco antes de la Gran Tribulación y la otra, el primer macho cabrío sacrificado, durante la Gran Tribulación. Como prueba de que esta es una celebración particularmente dramática, es que Jehová Dios mandaba al pueblo de Israel, a afligir sus almas, a llorar, a lamentarse (Levítico 16:29). Mientras que el macho cabrío no sacrificado, el macho cabrío de Azazel, sobrevivía a este día dramático.

Estas tres partes de la humanidad, dos que expiran y una que sobrevive, se mencionan en la profecía de Zacarías, en relación con la Gran Tribulación, el Día Único de Jehová Dios: “Y en toda la tierra tiene que ocurrir —es la expresión de Jehová— que dos partes de ella son lo que será cortado y expirará; y en cuanto a la tercera [parte], quedará en ella. Y ciertamente traeré la tercera parte por el fuego; y realmente los refinaré como al refinar la plata, y los examinaré como al examinar el oro. Ella, por su parte, invocará mi nombre, y yo, por mi parte, le responderé. Ciertamente diré: ‘Es mi pueblo’, y ella, a su vez, dirá: ‘Jehová es mi Dios'" (Zacarías 13:8,9).

La palabra traducida del hebreo "haarèts", traducida como "país", según el contexto, puede tomar el significado de "tierra" o planeta tierra y este es el caso de esta profecía sobre la gran tribulación mundial (Zacarías 1:10,11; 5:3; 6:7; 12:3; 14:9,17). En esta declaración, Dios divide a la humanidad en tres ”partes" (H6310 Strong’s Concordance: “פֶּה” (peh)). Al principio, uno pensaría que serían tres partes iguales de tres “tercios” (tres “tercera” partes) (H7992 Strong’s Concordance “שְׁלִישִׁי” (sheliyshiy)). En el texto hebreo, se trata de dos primeras “partes” (peh) y la tercera (sheliyshiy), según el contexto de esta frase, la tercera "parte". Lo que significa que estas tres partes de la humanidad no son necesariamente con las mismas cantidades de humanos. Para saber a que corresponden las tres “partes” de la humanidad, hay que siempre referirse a la dramática celebración del Día de la Expiación, el 10 de Etanim (Tisri).

Aunque la profecía de Zacarías no establece una conexión directa entre el "Día de Jehová" y el "Día de la Expiación", lo hace de una manera enigmática. Un texto de Zacarías sobre la profecía del Brote, muestra que Jehová quitará el pecado de la tierra en un día (Zacarías 3:8,9; 14:7). ¿Cuándo Jehová removía el pecado de la tierra de Israel? En el Día de la Expiación, el 10 de Etanim (Tisri) (Levítico 16). Ese día era una celebración de la santidad de Jehová: "En aquel día resultará haber sobre las campanillas del caballo: ‘¡La santidad pertenece a Jehová!’. Y las ollas de boca ancha en la casa de Jehová tendrán que llegar a ser como los tazones delante del altar'" (Zacarías 14:20 compare con Éxodo 28:36,37 y Levítico 16:4, "El turbante" donde estaba escrito "La santidad pertenece a Jehová"). Por tanto, las "tres partes" en cuestión se refieren a los tres animales utilizados en la primera fase de los sacrificios expiatorios que se refieren a las tres "partes de la humanidad".

El primer animal que moría, el toro, hacía expiación para Aarón y su casa, o por el grupo sacerdotal (Levítico 16:6,11). La clase sacerdotal que morirá, para resucitar instantáneamente en el cielo, al comienzo de la gran tribulación es la de los 7000, mencionada en Apocalipsis: "Y en aquella hora ocurrió un gran terremoto, y la décima parte de la ciudad cayó; y siete mil personas fueron muertas por el terremoto, y los demás se atemorizaron y dieron gloria al Dios del cielo" (Apocalipsis 11:13). La ciudad parece representar al pueblo de Dios porque los sobrevivientes de este terremoto (la gran tribulación), dan gloria a Dios. La caída de la "décima parte de la ciudad santa" representa el grupo de 144.000 reyes y sacerdotes, complementado por la muerte y la resurrección instantánea, de los 7000 santos celestiales, al comienzo del Día de Jehová, la gran tribulación (1 Tesalonicenses 4:17).

El segundo animal, el macho cabrío sacrificado, en el día de la expiación, representa la segunda parte de la humanidad que perecerá durante la gran tribulación (Levítico 16:5,15). El sacrificio de este segundo animal está representado de una manera bastante aterradora en Apocalipsis 14:18-20 y 19:11-21, en este pasaje Jesucristo glorificado es representado como rey y sumo sacerdote, el "Brote" (Zacarías 6:11-13).  De manera más general, la muerte expiatoria de aquel segundo animal simbolizará la completa desaparición de la humanidad en su condición adámica (Romanos 5:12).

El tercer animal que hubiera tenido que ser sacrificado, finalmente es mantenido vivo: el macho cabrío para Azazel: "Y Aarón tiene que echar suertes sobre los dos machos cabríos, una suerte para Jehová y la otra suerte para Azazel. Y Aarón tiene que presentar el macho cabrío sobre el cual haya venido a dar la suerte para Jehová, y tiene que hacer de él una ofrenda por el pecado. Pero el macho cabrío sobre el cual haya venido a dar la suerte para Azazel debe tenerse parado vivo delante de Jehová para hacer expiación por él, a fin de enviarlo para Azazel al desierto" (Levítico 16:8-10). Obviamente, este "macho cabrío para Azazel" representa la gran muchedumbre que sobrevivirá a la gran tribulación, o "los demás" de la "ciudad santa" que dan gloria a Dios después de la muerte de los 7000 santos celestiales: "Los demás se atemorizaron y dieron gloria al Dios del cielo"(Apocalipsis 7:9-17; 11:13). La condición de pecador adámico de esta parte de la humanidad que sobrevivirá, desaparecerá gracias al valor expiatorio de la sangre de Cristo que blanquea simbólicamente sus largas ropas blancas (símbolo de rescate, al obtener la vida eterna).

Mensaje dirigido al pueblo judío actual

El Kippur (expiación) puede conducir al perdón de Dios, pero no es el perdón en sí

(Hebreos 9:22)

El pueblo judío actual que celebra el Yom (Día) Kippur (Expiación) el 10 de Tisri (Etanim), debe saber que la expiación o Kippur no es en absoluto el perdón de Dios en sí mismo. El Kippur (expiación), en realidad puede conducir al perdón y la redención (rescate) otorgada por Dios, sin que esto sea necesariamente sistemático. Como nos recordaba un especialista y erudito de la Ley Mosaica, no hay perdón sin expiación (Hebreos 9:22). Este axioma bíblico no tiene reciprocidad, porque sí, puede haber expiación sin perdón, lo que corresponde a la muerte sin posibilidad de redención (rescate) o resurrección. Yehoshuah Mashiah (Jesucristo) le dijo esto a un maestro de la Ley, Nicodemo, que solo habrá un kippur (expiación) que lleve al perdón de Dios, sobre la base de la fe en el valor expiatorio de la sangre derramada del Cordero de Dios, Yehoshuah el Mashiah (Jesús el Mesías): "Al día siguiente contempló a Jesús que venía hacia él, y dijo: “¡Mira, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo!" (…) Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que ejerce fe en él no sea destruido, sino que tenga vida eterna. (…) El que ejerce fe en el Hijo tiene vida eterna; el que desobedece al Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios permanece sobre él” (Juan 1:29; 3:16,36).

Solo la fe en el valor expiatorio de la sangre de Yehoshuah el Mashiah (Jesús el Mesías), de ustedes (y nosotros (los demás pueblos (Hechos 10:34,35))), permitirá la supervivencia a nivel individual, en el momento del Yom Kippur planetario, al tiempo de angustia (o Gran Tribulación (Mateo 24:21)) mencionado en Daniel 12:1 y Zacarías 13:8,9 y capítulo 14: "Después de estas cosas vi, y, ¡miren!, una gran muchedumbre, que ningún hombre podía contar, de todas las naciones y tribus y pueblos y lenguas, de pie delante del trono y delante del Cordero, vestidos de largas ropas blancas; y había ramas de palmera en sus manos. (…) De modo que le dije inmediatamente: “Señor mío, tú eres el que sabe”. Y me dijo: “Estos son los que salen de la gran tribulación, y han lavado sus ropas largas y las han emblanquecido en la sangre del Cordero" (Apocalipsis 7:9-17).

La ofrenda quemada a Dios, para pertenecerle y obtener la vida eterna

"Tiene que llegar a ser entonces de Jehová, y tengo que ofrecer a ese como ofrenda quemada"

(Jueces 11:31)

En general, la ofrenda quemada, o total, significa una pertenencia permanente a Dios. Sin embargo, para comprender concretamente el significado de la ofrenda quemada, debemos tener en cuenta el contexto bíblico. El texto anterior alude al voto a Dios, del juez Jefté. En el resto del relato, el lector entiende que la ofrenda quemada en cuestión, o la ofrenda total a Dios, iba a ser un ministerio permanente de la hija de Jefté, en el Tabernáculo, en servicio sagrado prestado a Dios. Este texto muestra que la ofrenda quemada hecha a Dios se convierte en su propiedad especial. Esto significa que el ser humano o el grupo de humanos simbolizado por la ofrenda quemada, se convierte en propiedad especial y permanente de Dios, en vista de la vida eterna. Según Jesucristo, el Hijo de Dios, lo que es de Dios, vive para siempre: "Respecto a la resurrección de los muertos, ¿no leyeron lo que les habló Dios al decir: ‘Yo soy el Dios de Abrahán y el Dios de Isaac y el Dios de Jacob’? Él es el Dios, no de los muertos, sino de los vivos”" (Mateo 22:31,32).

La ofrenda quemada es un sacrificio que puede tener varios significados espirituales, pero cuyo punto de convergencia es la pertenencia a Dios por la redención (ya sea el rescate por la resurrección o al sobrevivir a la gran tribulación), en vista de la vida eterna. En el contexto del relato del capítulo 11 de Jueces, la dedicación total es un ministerio permanente en el Tabernáculo, en el marco de un servicio sagrado. En Apocalipsis 7:9-17 está escrito que la gran muchedumbre que sobrevivirá a la gran tribulación servirá a Dios y a su Hijo en el templo espiritual. En consecuencia, esta parte de la humanidad, será una ofrenda quemada espiritual, que permitirá su rescate, y la hará propiedad especial de Dios, con miras a la vida eterna, como la hija de Jefté y los levitas del antiguo Israel (Números 1:53 "Los levitas tienen que guardar el servicio debido al tabernáculo del Testimonio").

Así, un ser humano consagrado, o dedicado a Dios, representa una ofrenda quemada espiritual (como lo era para la hija de Jefté). En el antiguo Israel había humanos que se dedicaban a Dios, como una dedicación total, a través de un voto de nazareo (Números 6:1-21). Hubo casos excepcionales, donde fue Dios o un ser humano quien consagraba al niño para que naciera como ofrenda quemada espiritual, como propiedad especial de Dios. Los ejemplos más conocidos son los jueces Sansón y Samuel, y también el profeta Juan Bautista (Jueces 13:7 (Sansón); 1 Samuel 1:22 (Samuel); Lucas 1:12-17 (Juan el Bautista)). El ser humano que es bautizado en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, se convierte en propiedad especial de Dios y de su Hijo Jesucristo. Por su decisión, él que se consagra, o dedica a Dios y a Cristo, simbolizándolo visiblemente por el bautismo en agua, se convierte en ofrenda quemada espiritual al servicio de Dios y de Cristo en vista de la vida eterna (Mateo 28:19). Un ser humano, apartado por el bautismo, como una ofrenda quemada espiritual para Dios, se convierte en un "santo", ya sea celestial o terrestre (este es el significado principal de esta palabra). En el libro de Daniel y en las profecías de Cristo, comprendemos que Dios actúa hacia la humanidad a favor de los "santos", es decir, los humanos que son en adelante, propiedad especial de Dios y de Cristo, para la vida eterna (Daniel 7:27; Mateo 24:22 (aquellos que han sido escogidos, o apartados para la vida eterna)).

La ofrenda quemada espiritual puede tener el sentido de un ministerio de la Palabra para Dios y su Hijo Jesucristo: "Ciertamente ofreceremos en cambio los toros jóvenes de nuestros labios" (Oseas 14:2). “Mediante él ofrezcamos siempre a Dios sacrificio de alabanza, es decir, el fruto de labios que hacen declaración pública de su nombre” (Hebreos 13:15).

La ofrenda quemada, en su sentido espiritual, puede tener el símbolo de lo que es de Dios, por el rescate, y la supervivencia. La primera ofrenda quemada hecha a Dios, fue la de Abel (Génesis 4:4) (El registro sugiere que Abel ofreció corderos como una ofrenda quemada. Es posible que aquella ofrenda haya complacido tanto a Dios, que llegó a ser, más tarde el símbolo principal de la redención, o rescate futuro de la humanidad a través de su resurrección (Juan 1:29; Hebreos 11:4)). Según el contexto, con aquella ofrenda quemada, parece que Abel entendió plenamente el significado de la promesa de Génesis 3:15 (la herida en el talón de la mujer) y la necesidad de un rescate, para su salvación eterna y la de la humanidad venidera. lo que requeriría el derramamiento de sangre o la muerte de un ser humano (simbolizado por la muerte de un cordero).

Otro relato de ofrenda total es el de Noé, al salir del arca, después del diluvio: "Y Noé empezó a edificar un altar a Jehová y a tomar algunas de todas las bestias limpias y de todas las criaturas voladoras limpias y a ofrecer ofrendas quemadas sobre el altar. Y Jehová empezó a oler un olor conducente a descanso” (Génesis 8:20,21). Aquella ofrenda quemada a Dios era de "olor conducente a descanso". Este sacrificio estaba estrechamente ligado a la acción de gracias por la supervivencia de Noé y su familia. La frase "olor conducente a descanso" sugiere que aquella ofrenda total simbolizaba la supervivencia o la redención de Noé y su familia a través del diluvio gracias a Jehová Dios (ver el aspecto opuesto de Jehová que no respira el olor reparador en Levítico 26:27-31: "Yo no oleré sus olores conducentes a descanso"; es interesante notar en este pasaje que Jehová asocia la destrucción con el hecho de que Él no acepta los olores conducentes a descanso, lo que demuestra que cuando Dios respira los olores conducentes a descanso de una ofrenda quemada, él que la presenta está en una situación de aprobación ante Dios, esto simboliza la posibilidad de redención o rescate, hay una esperanza de vida o resurrección, a diferencia de la destrucción mencionada en este texto bíblico).

La Resurrección de Cristo y el Rescate mediante la Esperanza de la Resurrección 

Sin embargo, ¿cuál es el texto bíblico que hace la conexión entre la resurrección (el rescate) y la ofrenda quemada? Estas son las prescripciones para el sacrificio del 16 de Nisán, el día de la resurrección de Cristo: "Y en el día que hagan que se meza la gavilla de acá para allá ustedes tienen que ofrecer un carnero joven, sano, en su primer año, para ofrenda quemada a Jehová" (Levítico 23:12).

La ofrenda quemada del carnero joven simboliza el rescate de la humanidad a través del sacrificio del cuerpo humano sin pecado de Cristo, posibilitando este intercambio por la vida eterna, a través de la resurrección y la futura supervivencia a la gran tribulación. Como escribió el apóstol Pablo, bajo inspiración, la resurrección de Cristo, del 16 de nisán, simbolizada por la ofrenda quemada del carnero, es una redención, un rescate, un intercambio mediante la resurrección de Cristo, y una garantía de esperanza de una resurrección general (celestial o terrestre): “Así también está escrito: “El primer hombre, Adán, llegó a ser alma viviente”. El último Adán llegó a ser un espíritu dador de vida” (1 Corintios 15:45). ¿Cómo? Mediante la resurrección de Cristo, desde el 16 de Nisán, donde se ofreció un carnero como ofrenda quemada: “Pues, dado que la muerte es mediante un hombre, la resurrección de los muertos también es mediante un hombre. Porque así como en Adán todos están muriendo, así también en el Cristo todos serán vivificados. Pero cada uno en su propia categoría: Cristo las primicias, después los que pertenecen al Cristo durante su presencia” (1 Corintios 15:21-23) Los seres humanos muertos, serán devueltos a la vida mediante la resurrección de Cristo el 16 de Nisán, simbolizada por la ofrenda quemada del carnero.

La ofrenda sin sangre de la gavilla mecida, del 16 de Nisán, parece tener el mismo significado simbólico de la resurrección de Cristo, a quien, Dios su Padre, le dio un nuevo cuerpo espiritual: "No obstante, alguien dirá: “¿Cómo han de ser levantados los muertos? Sí, ¿con qué clase de cuerpo vienen?”. ¡Persona irrazonable! Lo que siembras no es vivificado a menos que primero muera; y en cuanto a lo que siembras, no siembras el cuerpo que se desarrollará, sino un grano desnudo, sea de trigo o cualquiera de los demás; pero Dios le da un cuerpo así como le ha agradado, y a cada una de las semillas su propio cuerpo" (1 Corintios 15:35-38). Así, la ofrenda mecida simboliza aquella resurrección de la semilla que se pone en la tierra y que "muere", para "renacer" en forma de espiga de trigo, por una resurrección del "grano" (anteriormente enterrado).

Día de Expiación y rescate mediante la resurrección

“Porque Cristo entró, no en un lugar santo hecho de manos, el cual es copia de la realidad, sino en el cielo mismo, para comparecer ahora delante de la persona de Dios a favor de nosotros”

(Hebreos 9:24)

En esta parte del estudio sobre la expiación y el rescate (redención), veremos cómo el sumo sacerdote Jesucristo ayudará a justificar la resurrección celestial de los 144.000 y la resurrección terrestre de miles de millones de seres humanos, así como la supervivencia de la gran muchedumbre a la gran tribulación, basado en el valor del sacrificio de la vida humana sin pecado de Cristo. En el capítulo 9 de Hebreos, el apóstol Pablo muestra que esto se hará el 10 de Etanim (Tisri), en el Día de la Expiación. Como hemos visto anteriormente, dependiendo del contexto, la ofrenda quemada simboliza la redención o el rescate mediante la resurrección. Para eso, volvamos a la celebración dramática del Día de Expiación descrita en Levítico capítulo 16. Vimos que, en la parte de los sacrificios expiatorios del toro y el carnero, es la representación de lo que sucederá en la gran tribulación. Según la profecía de Zacarías capítulo 13 referente a la gran tribulación, particularmente el versículo 8, la humanidad será dividida en tres partes: El sacrificio del toro simboliza la muerte y la resurrección instantánea de los 7000, para completar los 144000 (que son parte del sacrificio expiatorio del toro) (1 Tesalonicenses 4:17; Apocalipsis 11:11-13). El segundo animal sacrificado representa tanto la muerte de toda la humanidad que sufrió la muerte heredada de Adán, como también la de los humanos que no sobrevivirán a la gran tribulación (Romanos 5:12; Apocalipsis 19:11-21). Finalmente, el macho cabrío para Azazel, el animal que sobrevive a este día dramático, representa la parte de la humanidad que pasará por la gran tribulación y se le conoce como la gran muchedumbre (Apocalipsis 7:9-17).

Sin embargo, en aquella celebración dramática, hay dos sacrificios que están asociados tanto a la muerte expiatoria del toro como a la del carnero, aquellos son dos animales, son ofrendas quemadas a Dios. Aquellos dos animales, como ofrendas quemadas a Dios, representan la redención o el rescate mediante la resurrección celestial de los 144.000 (el grupo que representa al toro) y la resurrección terrestre de gran parte la humanidad muerta a causa del pecado heredado de Adán (Romanos 5:12). Es muy interesante notar que el cuerpo de los animales sacrificados en forma expiatoria y el de los animales de la ofrenda quemada, son tratados de manera muy distinta, lo que refuerza la comprensión del significado simbólico de aquella celebración dramática, ligada a la expiación (la restitución de la vida a Dios mediante el derramamiento de sangre, con la destrucción del cuerpo del animal), y la ofrenda quemada a Dios que simboliza el que vivirá gracias a la redención o rescate. Aquí está lo que está escrito acerca de lo que tenían que hacer las personas que habían sido en contacto con el macho cabrío para Azazel y los dos animales muertos de manera expiatoria:

“En cuanto al que haya enviado el macho cabrío para Azazel, debe lavar sus prendas de vestir, y tiene que bañar su carne en agua, y después de eso puede entrar en el campamento.  ”Sin embargo, él hará sacar fuera del campamento el toro de la ofrenda por el pecado y el macho cabrío de la ofrenda por el pecado, la sangre de los cuales habrá sido introducida para hacer expiación en el lugar santo; y tienen que quemar en el fuego sus pieles y su carne y su estiércol. Y el que los queme debe lavar sus prendas de vestir, y tiene que bañar su carne en agua, y después de eso puede entrar en el campamento"” (Levítico 16:26-28).

Los versículos 3 y 5 del capítulo 16 de Levítico, asociados con los dos sacrificios expiatorios, las dos ofrendas quemadas (el rescate): "Con lo siguiente debe entrar Aarón en el lugar santo: con un toro joven para una ofrenda por el pecado y un carnero para una ofrenda quemada. (…) Y de la asamblea de los hijos de Israel debe tomar dos cabritos de las cabras para una ofrenda por el pecado y un carnero para una ofrenda quemada” (Levítico 163,5). Esto demuestra que aquellos sacrificios expiatorios (la restitución de la vida a Dios mediante el derramamiento de sangre), no pasan sin el perdón de Dios y la esperanza del rescate mediante la resurrección (simbolizada por las dos ofrendas quemadas de carneros).

¿Cuándo se presentaba la ofrenda quemada de los dos carneros? Después de la celebración dramática de los sacrificios expiatorios de los dos animales y la supervivencia del macho cabrío por Azazel: "Y Aarón tiene que entrar en la tienda de reunión y despojarse de las prendas de vestir de lino que se habrá puesto cuando haya entrado en el lugar santo, y tiene que dejarlas allí. Y tiene que bañar su carne en agua en un lugar santo y ponerse sus prendas de vestir y salir y sacrificar su ofrenda quemada y la ofrenda quemada del pueblo y hacer expiación a favor de sí mismo y a favor del pueblo. Y hará humear sobre el altar la grasa de la ofrenda por el pecado” (Levítico 16:23-25). La expiación mencionada en este texto, referente a la ofrenda quemada, no está ligada a la culpa (o pecado) del pueblo (sacrificio expiatorio), sino más bien al perdón de Dios, que permite el rescate mediante la resurrección, según Hebreos 9:22.

Por consiguiente, la primera ofrenda quemada, representa el rescate mediante la resurrección celestial de todos los 144 000. Aquella resurrección celestial de todo el grupo de 144 000, poco antes de la gran tribulación, está representada por las bodas del cordero, es decir, la unión matrimonial del Rey Jesucristo con su novia, la Nueva Jerusalén (144.000) (Apocalipsis 19:1-10; 21:2). Aquella resurrección celestial representa la primera resurrección que tendrá lugar al comienzo del reinado milenario: "Y vi tronos, y hubo quienes se sentaron en ellos, y se les dio poder para juzgar. Sí, vi las almas de los que fueron ejecutados con hacha por el testimonio que dieron de Jesús y por hablar acerca de Dios, y los que no habían adorado ni a la bestia salvaje ni a su imagen, y que no habían recibido la marca sobre la frente ni sobre la mano. Y llegaron a vivir, y reinaron con el Cristo por mil años. (Los demás de los muertos no llegaron a vivir sino hasta que se terminaron los mil años.) Esta es la primera resurrección. Feliz y santo es cualquiera que tiene parte en la primera resurrección; sobre estos la muerte segunda no tiene autoridad, sino que serán sacerdotes de Dios y del Cristo, y reinarán con él por los mil años” (Apocalipsis 20:4-6).

La segunda ofrenda quemada representa el rescate mediante la resurrección terrestre de gran parte de la humanidad que murió como resultado de la herencia del pecado de Adán (Romanos 5:12). Sin embargo, Apocalipsis 20:5 indica que aquella resurrección terrestre no se llevará a cabo hasta el fin de los mil años. ¿Qué quieres decir? Jesucristo dijo que habría una resurrección de juicio (Juan 5:28,29 (la declaración de Cristo sobre la resurrección de juicio); Hechos 24:15; Apocalipsis 20:11-13). Dios considerará a toda la humanidad como resucitada, solo al final de este juicio, que tendrá lugar al final de los mil años. Lo que significa que si el cumplimiento planetario del Día de la Expiación comenzará el 10 de Etanim (Tisri), con la gran tribulación, solo terminará en el final de los mil años (en cuanto a la ofrenda quemada del segundo carnero (la resurrección terrestre de la humanidad)) …

Pablo explica el significado del Día de Expiación del 10 de Etanim (Tisri) en Hebreos 9. Considere el caso de un humano que será resucitado (justo o injusto). El muerto queda "absuelto" de sus pecados: "Porque el que ha muerto ha sido absuelto de su pecado" (Romanos 6:7). Sin embargo, para que el difunto humano (o grupo de humanos) resucite, Jesucristo debe interceder ante Dios, presentando el valor de su sacrificio, representado por su sangre derramada. Este acontecimiento único tendrá lugar de una vez por todas, en el Día de la Expiación, para permitir que toda la humanidad resucite durante el reinado milenario: "Sin embargo, cuando Cristo vino como sumo sacerdote de las cosas buenas que han llegado a realizarse, mediante la tienda más grande y más perfecta no hecha de manos, es decir, no de esta creación, él entró —no, no con la sangre de machos cabríos y de torillos, sino con su propia sangre— una vez para siempre en el lugar santo, y obtuvo liberación eterna [para nosotros]. Porque si la sangre de machos cabríos y de toros, y las cenizas de novilla rociadas sobre los que se han contaminado, santifica al grado de limpieza de la carne, ¿cuánto más la sangre del Cristo, que por un espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin tacha a Dios, limpiará nuestra conciencia de obras muertas para que rindamos servicio sagrado a[l] Dios vivo?" (Hebreos 9:11-14).

En el Día de la Expiación planetario, en la gran tribulación, cuando habrá una eliminación general de los pecados del mundo (resultado impersonal (sin sentimiento)), Jesús aparecerá ante la persona de Jehová "por nosotros" (acción a favor de la humanidad), presentando el valor activo del rescate de su sangre para permitir el rescate de los humanos difuntos, permitiendo la resurrección celestial (Hebreos 6:19) y terrestre (Juan 5:28,29) y el valor expiatorio de su sangre para los miembros de la Gran Muchedumbre, permitiéndole pasar viva por la Gran Tribulación (Apocalipsis 7:9-14). La liberación eterna es la libertad del yugo de la sentencia de muerte debido al pecado heredado de Adán (Romanos 5:12 y 6:23). La resurrección celestial y terrestre son el símbolo tangible del valor redentor de la sangre y el cuerpo de Cristo, presentados ante Dios, una vez por todas, en el Día de la Expiación, en vista de la vida eterna (para los resucitados celestiales, terrestres y la gran muchedumbre):

"Por lo tanto, fue necesario que las representaciones típicas de las cosas en los cielos fueran limpiadas por estos medios, pero las mismas cosas celestiales con sacrificios que son mejores que dichos sacrificios. Porque Cristo entró, no en un lugar santo hecho de manos, el cual es copia de la realidad, sino en el cielo mismo, para comparecer ahora delante de la persona de Dios a favor de nosotros. Tampoco es con el fin de que se ofreciera a sí mismo muchas veces, como realmente entra el sumo sacerdote en el lugar santo de año en año con sangre ajena. De otro modo, tendría que sufrir muchas veces desde la fundación del mundo. Mas ahora se ha manifestado una vez para siempre, en la conclusión de los sistemas de cosas, para quitar de en medio el pecado mediante el sacrificio de sí mismo. Y así como está reservado a los hombres morir una vez para siempre, pero después de esto un juicio, así también el Cristo fue ofrecido una vez para siempre para cargar con los pecados de muchos; y la segunda vez que aparece será aparte del pecado y a los que lo están esperando con intenso anhelo para [la] salvación [de ellos]” (Hebreos 9:23-28).

Las fiestas de las cosechas son las profecías de las resurrecciones, de Cristo, de los 144.000 (celestiales) y de miles de millones de humanos (terrestres)

"Tres veces en el año me has de celebrar una fiesta. Guardarás la fiesta de las tortas no fermentadas. Siete días comerás tortas no fermentadas, tal como te he mandado, al tiempo señalado en el mes de Abib, porque en él saliste de Egipto. Y ellos no deben presentarse delante de mí con las manos vacías. También, la fiesta de la cosecha de los primeros frutos maduros de tus labores, de lo que siembras en el campo; y la fiesta de la recolección a la salida del año, cuando recojas tus labores del campo”

(Éxodo 23:14-16)

Cristo, las primicias

Sacrificio del 16 de Nisán en ofrenda quemada (fecha de la resurrección de Cristo)

Animal sacrificado

de manera expiatoria

Toro

 Carnero

Cordero

Cabrito

 

1

 

 

Levítico 23 :10-12

 

¿Cuál es el pasaje bíblico que vincula claramente la esperanza de la resurrección y la dimensión profética de las fiestas de las diferentes cosechas? Jesucristo murió el 14 de Nisán (mes del calendario judío), como el Cordero de Dios (de la Pascua) que quita los pecados del mundo: "¡Mira, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo!" (Juan 1:29). Por lo tanto, la muerte sacrificial de Cristo el 14 de Nisán del año 33 E.C. fue el cumplimiento profético de la Pascua, como escribió el inspirado Apóstol Pablo un erudito de la Ley Mosaica: "Porque, en realidad, Cristo nuestra pascua ha sido sacrificado" (1 Corintios 5:7). En 1 Corintios capítulo 15, el apóstol Pablo escribe sobre la esperanza de la resurrección, aludiendo a la fiesta de las primicias del 16 de Nisán (fecha de la resurrección de Cristo): "Sin embargo, ahora Cristo ha sido levantado de entre los muertos, las primicias de los que se han dormido [en la muerte]. (…) Pero cada uno en su propia categoría: Cristo las primicias, después los que pertenecen al Cristo durante su presencia” (1 Corintios 15:20,23).

El Cristo resucitado representa las "primicias". Los israelitas debían celebrar la Fiesta de las Primicias, después de la celebración de la Pascua: "Habla a los hijos de Israel, y tienes que decirles: ‘Cuando por fin entren en la tierra que yo les voy a dar, y hayan segado su mies, entonces tienen que llevar una gavilla de las primicias de su siega al sacerdote. Y él tiene que mecer la gavilla de acá para allá delante de Jehová para granjearles aprobación. Precisamente el día después del sábado debe mecerla el sacerdote de acá para allá. Y en el día que hagan que se meza la gavilla de acá para allá ustedes tienen que ofrecer un carnero joven, sano, en su primer año, para ofrenda quemada a Jehová'” (Levítico 23:10-12). Aquella fiesta correspondía muy exactamente a la fecha de la resurrección de Cristo, el 16 de Nisán. Jesucristo murió el día antes de un sábado, un viernes (Juan 19:31). En el día de reposo (sábado), el segundo día, Cristo estaba en la tumba. “Al día siguiente del sábado” (domingo), el tercer día, Jesucristo resucitó (Juan 20:1 “el primer día de la semana” es domingo en el calendario judío). Por lo tanto, las "primicias" de la cosecha representan la resurrección de Cristo. Y lo confirma el apóstol Pablo, bajo inspiración: "Sin embargo, ahora Cristo ha sido levantado de entre los muertos, las primicias de los que se han dormido [en la muerte]" (1 Corintios 15:20). Es este texto el que demuestra claramente que la resurrección es una futura "cosecha" de seres humanos resucitados por Dios, mediante Cristo: "las primicias de los que se han dormido en la muerte".

El torrente que da vida al Mar Muerto

(Ezequiel 47:1-5)

El siguiente examen de los diversos sacrificios de las ofrendas quemadas tienen como propósito demostrar, con la Biblia, que son la presentación profética de la administración de las diversas resurrecciones (celestiales y terrestres). Después de comentar cada tablero de ofrendas quemadas, veremos cómo pueden relacionarse con la importante idea de la prefiguración de la administración de las resurrecciones celestiales y terrestres.

Hay dos elementos bíblicos importantes que apoyan este entendimiento. La primera se ha presentado con el cumplimiento de la resurrección de Cristo. Podemos decir que la ofrenda quemada corresponde al rescate mediante la resurrección (celestial o terrestre).

El segundo elemento bíblico se basa en la profecía de Ezequiel capítulo 40-48. Según el contexto de esta profecía, las resurrecciones terrestres tendrán lugar en el templo (o casa) mencionado en la profecía, antes de que el resucitado sea enviado a su familia de origen u hogar de acogida. ¿Cómo llegamos a esta conclusión? Se dedica una página especial a esta explicación, sin embargo, se puede resumir leyendo un extracto de la profecía de Ezequiel capítulo 47: "Y gradualmente me trajo de vuelta a la entrada de la Casa, y, ¡mire!, salía agua de debajo del umbral de la Casa hacia el este, porque el frente de la Casa daba al este. Y el agua descendía desde debajo, desde el lado derecho de la Casa, al sur del altar. Y gradualmente me sacó por vía de la puerta del norte y me llevó alrededor por el camino de afuera a la puerta exterior que mira hacia el este, y, ¡mire!, agua que salía en chorrillos del lado derecho. Cuando el hombre salió hacia el este con un cordel de medir en la mano, también procedió a medir mil en codos y a hacerme atravesar el agua, agua [que llegaba] hasta los tobillos. Y continuó midiendo mil y entonces me hizo atravesar el agua, agua [que llegaba] hasta las rodillas. Y continuó midiendo mil y ahora me hizo atravesar... agua [que llegaba] hasta las caderas. Y continuó midiendo mil. Era un torrente que yo no podía atravesar, porque el agua había subido, agua [que permitía] nadar, un torrente que no podía ser atravesado” (Ezequiel 47:1-5).

Aquel río, que se convierte en un poderoso torrente, desemboca en el Mar Muerto. Este torrente da vida que va hasta al Mar Muerto, con sus aguas dulces, reemplaza la mortífera salinidad de este mar y por consecuencias, se llena de muchos peces (Ezequiel 47). El actual Mar Muerto en Israel tiene tal nivel de salinidad que casi no es posible la vida acuática, no hay peces. Queda claro que el Mar Muerto es el símbolo de la humanidad actual bajo el efecto de la muerte adámica (Romanos 5:12). La visión nos explica que este torrente vigorizante devuelve gradualmente la vida al Mar Muerto mediante una repoblación progresiva de muchos peces. ¿Cómo podemos estar seguros de que esto es realmente una alusión a la futura resurrección terrestre? Es el libro del Apocalipsis el que presenta lo esencial de esta visión dando su interpretación (indirectamente):

“Y él me mostró un río de agua de vida, claro como el cristal, que fluía desde el trono de Dios y del Cordero, por en medio de su camino ancho. Y de este lado del río, y de aquel lado, [había] árboles de vida que producían doce cosechas de fruto, y que daban sus frutos cada mes. Y las hojas de los árboles [eran] para la curación de las naciones" (Apocalipsis 22:1,2). La curación de las naciones será principalmente a través de la resurrección terrestre. Lo emocionante es entender cómo la profecía de Ezequiel describe simbólicamente la administración mundial de aquella resurrección (Ezequiel 47 y 48).

El agua milagrosa proviene del Santuario del Templo Ezequiel, para luego bajar hasta el sur en dirección del mar muerto simbólico, la humanidad muerta por consecuencia del pecado adánico, y de la Gran Tribulación (Romanos 5:12; Ezequiel 39). Esta agua milagrosa representa, la Palabra de Dios y lo que procede de ella, es decir, el conjunto de las disposiciones de Jehová para revivificar a la humanidad muerta de la muerte adánica, representada simbólicamente por este mar muerto (Efesios 5:26; Romanos 5:12). Y la principal disposición, es la resurrección terrestre de los muertos (Juan 5:28,29; Hechos 24:15). La vida que va progresivamente burbujeando en este mar que llega a “vivir”, es representada por la abundancia de los peces. Y claro está que aquellos “peces” simbólicos solo pueden representar a los resucitados que vuelven a vivir.

El hecho del que el agua viva venga directamente del templo, fuente de esta misma agua viva, ¿sugiere esto que los resucitados vendrán del mismo Templo? Pues sí. El mensaje muy claro y alentador de aquella profecía es que el templo visto por Ezequiel (y sus réplicas por toda la tierra) será el lugar de donde saldrán los resucitados terrestres que serán acogidos y más tarde enviados a su porción donde estará su familia correspondiente (Ezequiel 47:21-23; Daniel 12:13).

Introducción al examen de las diversas tablas de ofrendas quemadas que prefiguran el rescate mediante la resurrección terrestre

Una vez que no es costumbre, comenzaremos por la conclusión, es decir, designar directamente el simbolismo de los diferentes animales sacrificados en ofrendas quemadas, así como el significado simbólico de los números. La base bíblica para el razonamiento se presentará en el examen detallado de las tablas (Hechos 17:11 (los bereanos que verificaban en la Biblia)).

En cuanto a las ofrendas quemadas, el toro, el carnero y el cordero representan, un solo ser humano redimido mediante la resurrección. El toro representa a un ser humano resucitado justo (hombre o mujer). El carnero representa a un ser humano (hombre o mujer) en general, de la antigua descendencia de Adán, redimido mediante la resurrección (sin embargo, puede haber equivalencia entre el toro y el carnero (ver las dos tablas de las ofrendas del Pentecostés)). El cordero representa el precio pagado por el rescate por Dios, del humano resucitado y que, por lo tanto, llega a ser propiedad exclusiva de Dios. El cordero parece simbolizar el precio de la redención de la humanidad justa y su pertenencia a Dios (Juan 1:29).

En cuanto a los números, hay principalmente cinco diferentes: 1,2,7,14,70 (en la columna de totales de la tabla de la fiesta de la Cabañas). El 1 simboliza lo que solo puede ser único, un solo ser humano. Por ejemplo, en las tablas, en la columna del sacrificio expiatorio, solo hay un cabrito, lo cual es bastante lógico porque la expiación solo puede lograrse individualmente (Romanos 14:12). El 2 simboliza el grupo de humanos (Leer Daniel 7:25 y Apocalipsis 12:14 (un tiempo, tiempos (2) y medio tiempo. En ambas escrituras, el 2 simboliza el plural). El 7 simboliza lo completo o absoluto de la pertenencia del ser humano a Dios, con base en el precio que Él pagó (Mateo 20:28). 14 simboliza 2 por 7, es decir, lo mismo que para 7, pero esta vez, como un grupo (2) de humanos redimidos por la resurrección. Finalmente, el 70 simboliza un grupo de humanos justos redimidos a través de la resurrección. Es voluntariamente que se presenta al lector el resultado final de la comprensión de los simbolismos, para que pueda comprobar, por sí mismo, la solidez del fundamento bíblico de la tesis que seguirá (Proverbios 14:15).

Pentecostés, la fiesta de las Semanas y la resurrección celestial de los 144.000

"Y desde el día después del sábado, desde el día de llevar ustedes la gavilla de la ofrenda mecida, ustedes tienen que contarse siete sábados. Deben resultar completos. Hasta el día después del séptimo sábado deben contar, cincuenta días, y tienen que presentar una ofrenda de grano nuevo a Jehová"

(Levítico 23:15,16)

Los sacrificios del Pentecostés, del 6 de Siván en ofrendas quemadas (cincuenta días después de la resurrección de Cristo)

Animal sacrificado de manera expiatoria

Animal del sacrificio

de comunión

Toro

Carneros

Corderos

Cabrito

Corderos

1

2

7

1

2

Levítico 23:18,19

 

Los sacrificios del Pentecostés, del 6 de Siván en ofrendas quemadas (cincuenta días después de la resurrección de Cristo)

Animal sacrificado

de manera expiatoria

Toro

Carneros

Corderos

Cabrito

2

1

7

1

Números 28:27-30

 

Para tener la confirmación de este punto de enseñanza bíblica, a saber, que las fiestas de las cosechas son la prefiguración de las diversas resurrecciones (cosechas de humanos devueltos a la vida), vamos, esta vez, empezar por el razonamiento del apóstol Pablo, bajo inspiración: "Porque así como en Adán todos están muriendo, así también en el Cristo todos serán vivificados. Pero cada uno en su propia categoría: Cristo las primicias, después los que pertenecen al Cristo durante su presencia" (1 Corintios 15: 22,23). ¿Quiénes son los que "pertenecen a Cristo"? Este grupo apareció durante la celebración que siguió, la fiesta de las tortas no fermentada, cincuenta días después de la resurrección de Cristo, durante la fiesta de las cosechas, la fiesta de las semanas, el Pentecostés, 6 de Siván del año 33 (era común) (Éxodo 23:16; 34:22).

¿Qué pasó en el Pentecostés del año 33, en el cumplimiento espiritual de la fiesta de las cosechas y la fiesta de las semanas? El nacimiento de la congregación celestial de los 144,000, que pertenecen a Cristo a través del derramamiento del Espíritu Santo sobre los primeros 120 discípulos de este grupo: "Ahora bien, mientras estaba en progreso el día [de la fiesta] del Pentecostés, todos se hallaban juntos en el mismo lugar, y de repente ocurrió desde el cielo un ruido exactamente como el de una brisa impetuosa y fuerte, y llenó toda la casa en la cual estaban sentados. Y lenguas como de fuego se les hicieron visibles y fueron distribuidas en derredor, y una se asentó sobre cada uno de ellos, y todos se llenaron de espíritu santo y comenzaron a hablar en lenguas diferentes, así como el espíritu les concedía expresarse" (Hechos 2: 1-4; 1: 15 "en conjunto como de ciento veinte"). El nuevo nacimiento (para cada uno de los discípulos de Cristo) de esta congregación celestial, que pertenece a Cristo y definitivamente completada, justo antes de la gran tribulación, con la muerte y la resurrección instantánea de los 7000, era la resurrección anunciaba de antemano (como grupo), antes del comienzo los mil años (Apocalipsis (Revelación) 11:13, 1 Tesalonicenses 4:17):

"Y vi tronos, y hubo quienes se sentaron en ellos, y se les dio poder para juzgar. Sí, vi las almas de los que fueron ejecutados con hacha por el testimonio que dieron de Jesús y por hablar acerca de Dios, y los que no habían adorado ni a la bestia salvaje ni a su imagen, y que no habían recibido la marca sobre la frente ni sobre la mano. Y llegaron a vivir, y reinaron con el Cristo por mil años. (Los demás de los muertos no llegaron a vivir sino hasta que se terminaron los mil años.) Esta es la primera resurrección. Feliz y santo es cualquiera que tiene parte en la primera resurrección; sobre estos la muerte segunda no tiene autoridad, sino que serán sacerdotes de Dios y del Cristo, y reinarán con él por los mil años" (Apocalipsis 20:4-6).

Veamos las ofrendas de aquella celebración del nacimiento del grupo selecto de cristianos con esperanza celestial, cuyo número de 144.000 se revelará más adelante (Apocalipsis 7:3-8; 14:1-5): "Hasta el día después del séptimo sábado deben contar, cincuenta días, y tienen que presentar una ofrenda de grano nuevo a Jehová. De sus moradas deben llevar dos panes como ofrenda mecida. De dos décimas de efá de flor de harina deben resultar. Deben ser cocidos con levadura, como primeros frutos maduros a Jehová. Y junto con los panes tienen que presentar siete corderos sanos, cada uno de un año de edad, y un toro joven y dos carneros. Deben servir de ofrenda quemada a Jehová junto con la ofrenda de grano y las libaciones de ellos como ofrenda hecha por fuego, de olor conducente a descanso a Jehová. Y tienen que ofrecer un cabrito de las cabras como ofrenda por el pecado, y dos corderos, cada uno de un año de edad, como sacrificio de comunión. Y el sacerdote tiene que mecerlos de acá para allá junto con los panes de los primeros frutos maduros, como ofrenda mecida delante de Jehová, junto con los dos corderos. Deben servir como cosa santa a Jehová para el sacerdote” (Levítico 23:16-20).

El grupo de 144.000 humanos redimidos de la tierra son apartados (santos) para Jehová como una ofrenda santa (apartados para Jehová Dios y el sumo sacerdote Jesucristo) (Apocalipsis 5:10). Las ofrendas mecidas de grano y los dos panes con levadura aluden a este grupo de seres humanos en la tierra, apartados (santos) para Dios y Cristo para el ministerio terrestre (antes de su muerte y resurrección celestial). Las ofrendas de grano y los dos panes representan aquel grupo de humanos con su herencia del pecado adámico (el número dos simboliza el grupo), los granos y los panes con levadura (el ministerio de los humanos con, en la tierra, su herencia del pecado Adán). En 1 Corintios 15:35-41, el apóstol Pablo compara un cuerpo humano con un grano desnudo, el cual, más tarde después de su muerte, está puesto en la tierra para que brote (resurrección) para una nueva vida (celestial en este caso (no obstante, esto también puede aplicarse a la resurrección terrestre)). Así como el pan sin levadura representa el cuerpo sin pecado (sin levadura) de Cristo, así los dos panes representan un grupo (dos), de humanos con los genes del pecado adámico (1 Corintios 5:7 (quitar la vieja levadura); 10:16- 17 (pan sin levadura)).

Antes de volver al examen del significado de las diversas ofrendas quemadas, detengámonos en el simbolismo de la ofrenda de incienso perfumado en el santo del santuario del templo sobre un pequeño altar (Levítico 4:7). Con motivo del Día de Expiación, la ceremonia de entrada en el Santo y luego en el Santísimo, comenzaba con la ofrenda de incienso (Levítico 16:12,13). Y es el libro del Apocalipsis que da su significado: "Y llegó otro ángel y se puso de pie junto al altar, teniendo una vasija de oro para el incienso; y se le dio una gran cantidad de incienso para que lo ofreciera con las oraciones de todos los santos sobre el altar de oro que estaba delante del trono. Y el humo del incienso ascendió de la mano del ángel con las oraciones de los santos delante de Dios. Pero inmediatamente el ángel tomó la vasija del incienso, y la llenó del fuego del altar y lo arrojó a la tierra. Y ocurrieron truenos y voces y relámpagos y un terremoto" (Apocalipsis 8:3-5). Entendemos que la ofrenda de incienso representa la oración de los santos, que permite el inicio de la dramática ceremonia del Día de Expiación, que encontrará su cumplimiento poco antes la gran tribulación (Apocalipsis 11:19).

Sin embargo, el incienso puede representar las oraciones a Dios fuera del santuario del templo: "Que mi oración esté preparada como incienso delante de ti; el levantar las palmas de mis manos, como la ofrenda de grano al atardecer" (Salmo 141:2). Podemos decir que la ofrenda de incienso es el símbolo de la oración que pueda incluirse en el contexto de la vida privada, como en la habitación o cuarto privado, como lo mencionó Jesucristo (Mateo 6:6). Aunque las ofrendas de incienso aluden a lo que se hacía en el santuario, David, quien pronunció aquellas palabras, no era un sacerdote, lo que demuestra que las oraciones hechas en privado y en general, pueden representar la quema de incienso en olor agradable a Dios. Volvamos al examen de las ofrendas totales.

La serie de ofrendas quemadas (7 corderos + 1 toro + 2 carneros (tabla 1, basada en Levítico 23:18,19) o 7 corderos + 1 carnero + 2 toros (tabla 2, basada en Números 28:27 -30)), con las "ofrendas de grano y sus libaciones como sacrificio por fuego, de olor agradable para Jehová", representan el ministerio o servicio sagrado en la tierra, en ofrenda quemada a Dios, quien luego permite la resurrección celestial.

La ofrenda de grano y las libaciones representan lo que acompañaba a la ofrenda quemada y que debían representar un buen olor a Jehová Dios, el Padre. Si las ofrendas quemadas representan a la persona o grupo de personas dedicadas a hacer la voluntad de Jehová, las ofrendas de grano y las libaciones representan lógicamente todas las buenas obras en relación con aquellas ofrendas quemadas hechas por las mismas personas (que son una, con la ofrenda quemada)). Se trata del ministerio cristiano. Veamos algunos ejemplos de citas, que van en la dirección de esta explicación: “Tus oraciones y dádivas de misericordia han ascendido como recuerdo delante de Dios” (Hechos 10:4).

La "subida en memoria de oraciones y ofrendas de misericordia", ante Dios, significa ese buen olor que acompañaba a la ofrenda quemada. Entendemos, en el caso de Corneille, que aquella ofrenda constituye el conjunto de las buenas obras, en olor agradable, que sube hasta Dios, representa lógicamente la buena reputación que nos hacemos delante de Dios. Jesucristo habló de aquello como de un tesoro delante de Dios (Lucas 13:13-21).

Esta comprensión está confirmada por una ilustración del apóstol Pablo: “¡Mas gracias a Dios que siempre nos conduce en una procesión triunfal en compañía con el Cristo y hace que el olor del conocimiento de él sea perceptible en todo lugar por medio de nosotros! Porque somos para Dios un olor grato de Cristo entre los que están siendo salvados y entre los que están pereciendo; a estos un olor que proviene de muerte para muerte, a aquellos un olor que proviene de vida para vida. ¿Y quién está adecuadamente capacitado para estas cosas?” (2 Corintios 2:14-16). El apóstol Pablo hace referencia a la procesión triunfal donde se quemaba incienso al emperador triunfante. Era olor de muerte para los prisioneros. Pero en la procesión triunfal del Cristo, ese olor es vida. Para Jehová es el “buen olor de Cristo”, la buena fama del Cristo que permite obtener la vida eterna (Juan 17:3). Este buen olor que sube hasta Dios, permitirá la resurrección ya sea celestial o terrestre.

Examinemos el significado de aquella serie de ofrendas quemadas respecto al nacimiento del grupo de los 144.000, que ilustra el rescate mediante la resurrección celestial: 7 corderos + 1 toro (o 2) + 2 carneros (o 1). Hemos visto más arriba que la ofrenda quemada simboliza la pertenencia a Dios con miras a la vida eterna, a través del rescate que permite la resurrección celestial o terrestre. ¿Por qué tantos animales? Porque cada uno de los tres diferentes animales, con sus respectivos números, tiene un significado especial en relación con el rescate de un solo ser humano y del grupo de los 144 000. La ofrenda quemada del carnero, parece simbolizar la redención por medio de la resurrección, como humanos en general (justo o injusto) (La resurrección de Cristo, un justo sin pecado, el 16 de Nisán, fue representada por una ofrenda total de un carnero que simbolizaba la posibilidad de la redención de toda la descendencia de Adán (Levítico 23:10-12) (así, el carnero también puede representar la resurrección de un hombre justo (en este caso Jesucristo)). Los dos carneros parecen simbolizar la redención colectiva por la resurrección de un grupo de humanos (simbolizado por el número dos y correspondiente, en este caso al los 144000) (Respecto a la primera tabla). La segunda tabla que menciona un solo carnero parece simbolizar el rescate de un solo ser humano mediante la resurrección.

La ofrenda quemada del toro parece simbolizar la redención individual por resurrección (en la primera tabla), de un humano considerado justo ante Dios después de su ministerio hasta su muerte. Los cuernos son el símbolo de la soberanía todopoderosa de Jehová defendida si es necesario con lucha y guerra. Los dos querubines sobre el arca del pacto, muestra que los querubines son los guardianes de la santidad de Jehová, por la lucha o la guerra (si es necesario) (Éxodo 25: 17-22). El hecho de que en el altar de Jehová había cuatro cuernos, uno a cada esquina, muestra que el cuerno del toro simboliza la santidad de las criaturas de Jehová, por la fuerza o la guerra (si es necesario) (Levítico 4: 7,18). Por lo tanto, es lógico pensar que el toro, en el contexto de los sacrificios, ya sean expiatorios o de ofrendas quemadas, es la representación del ser humano justo y puro (Éxodo 29:11). En este caso, el sacrificio de un solo toro parece indicar que este criterio de justicia ante Dios se decreta a nivel individual para cada uno de los 144 000. Sin embargo, la mención de los dos toros, en la segunda tabla, parece simbolizar que el criterio de justicia ante Dios, también puede decretarse a nivel colectivo o de un grupo de humanos resucitados, en este caso los 144 000. Hay que ver en la diferencia de las dos tablas una complementariedad y una equivalencia (toro = un humano resucitado justo; carnero = lo mismo (en este caso)).

Los siete corderos, parecen ilustrar el valor absoluto o completo (siete) del rescate y la pertenencia de todos los humanos (vivos o muertos (tanto individual (7 corderos) como colectivos (2x7=14 corderos)) a Jehová Dios, gracias al sacrificio del cordero de Dios, que es su Hijo Jesucristo (Juan 1:29) y su resurrección el 16 de Nisán (1 Corintios 15:20).

¿Por qué los sacrificios expiatorios acompañaban a las ofrendas quemadas? Debido a que este grupo de 144,000 humanos son considerados justos mientras viven (no después de la muerte (su propia sangre hace expiación (Romanos 6:7 comparar con Apocalipsis 6:9 (alma = sangre))), sobre la base del perdón individual (un solo cabrito) de sus pecados, obtenido esta vez sobre la base del valor expiatorio de la sangre de Cristo (mientras el discípulo de Cristo aún vive): "Por lo tanto, no tienen condenación los que están en unión con Cristo Jesús. Porque la ley de ese espíritu que da vida en unión con Cristo Jesús te ha libertado de la ley del pecado y de la muerte. (…) ¿Quién presentará acusación contra los escogidos de Dios? Dios es Aquel que los declara justos” (Romanos 8:1,2,33), En el Día de la Expiación, la muerte general del grupo sacerdotal (de los 144.000) está representada por un sacrificio expiatorio de un toro (un animal que simboliza el apoyo a la soberanía de Jehová. De modo que mueren justos ante Dios).

¿Por qué los sacrificios expiatorios acompañaban a las ofrendas quemadas? Debido a que este grupo de 144,000 humanos son considerados justos mientras viven y hasta su muerte, sobre la base del perdón individual (un solo cabrito) de sus pecados, obtenido esta vez sobre la base del valor expiatorio de la sangre de Cristo (mientras el discípulo de Cristo aún vive): "Por lo tanto, no tienen condenación los que están en unión con Cristo Jesús. Porque la ley de ese espíritu que da vida en unión con Cristo Jesús te ha libertado de la ley del pecado y de la muerte. (…) ¿Quién presentará acusación contra los escogidos de Dios? Dios es Aquel que los declara justos” (Romanos 8:1,2,33) (después de la muerte, su propia sangre hace expiación (Romanos 6:7 comparar con Apocalipsis 6:9 (alma = sangre)). En el Día de la Expiación, la muerte general del grupo sacerdotal (de los 144.000) está representada por un sacrificio expiatorio de un toro (un animal que simboliza el apoyo a la soberanía de Jehová. De modo que mueren justos ante Dios (mediante el sacrificio expiatorio de Cristo, simbolizado en este caso por el cabrito)).

El sacrificio de comunión de dos corderos jóvenes, parece simbolizar la unidad (comunión) y la buena relación entre Dios y el que presenta el sacrificio y también el sacerdote que lo realiza. En este caso, entre Dios y el grupo de 144.000 (dos corderos) y el sumo sacerdote, Jesucristo (comparar Juan 17:21 ("uno" a través de la comunión o unidad)).

La Fiesta de las Cabañas y la resurrección terrestre

"Debes celebrar para ti la fiesta de las cabañas durante siete días cuando hagas una recolección de tu era y de tu lagar de aceite y de vino. Y tienes que regocijarte durante tu fiesta, tú y tu hijo y tu hija y tu esclavo y tu esclava y el levita y el residente forastero y el huérfano de padre y la viuda, que están dentro de tus puertas. Siete días celebrarás la fiesta a Jehová tu Dios en el lugar que Jehová escoja, porque Jehová tu Dios te bendecirá en todo tu producto y en todo hecho de tu mano, y nada sino gozoso tendrás que llegar a estar"

(Deuteronomio 16:13-15)

Es cierto que el texto del Deuteronomio (arriba) no parece directamente relacionado con la resurrección terrestre. Hay otros textos bíblicos mucho más detallados que permiten llegar a este entendimiento de que aquella fiesta es la imagen profética de la resurrección terrestre durante el reinado de los 1000 años de Cristo (Apocalipsis 20:11-13).

Después de la resurrección de Cristo "las primicias" y de "los que son de Cristo", los 144.000, el libro del Apocalipsis, alude a otra resurrección: "Los demás de los muertos no llegaron a vivir sino hasta que se terminaron los mil años" (Apocalipsis 20:5). Esta última resurrección terrestre también se describe en visión en el mismo capítulo de Apocalipsis, como la de los "justos e injustos" (Hechos 24:15): "Y vi a los muertos, los grandes y los pequeños, de pie delante del trono, y se abrieron rollos. Pero se abrió otro rollo; es el rollo de la vida. Y los muertos fueron juzgados de acuerdo con las cosas escritas en los rollos según sus hechos" (Apocalipsis 20:12).

Y esta última “cosecha” de humanos resucitados, esta vez en la tierra, fue sin duda prefigurada por la celebración de la Fiesta de las Cabañas, o la Fiesta de los Tabernáculos que era en el otoño, el 15 al 21 de Etanim. (Tisri) (mes del calendario judío) (Levítico 23:34-43; Números 29:12-38; Deuteronomio 16:13-15): “Entonces oí una gran voz desde el trono que decía: “Con eso, oí una voz fuerte desde el trono decir: “¡Mira! La tienda de Dios está con la humanidad, y él residirá con ellos, y ellos serán sus pueblos. Y Dios mismo estará con ellos. Y limpiará toda lágrima de sus ojos, y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor. Las cosas anteriores han pasado" (Apocalipsis 21:3,4).

La tienda de Dios está con la humanidad", lo que demuestra que el reinado de los mil años será el cumplimiento mundial de la Fiesta de las Cabañas, mediante la resurrección terrestre: "Y tiene que ocurrir que, en lo que respecta a todos los que queden de todas las naciones que vienen contra Jerusalén, ellos también tendrán que subir de año en año a inclinarse ante el Rey, Jehová de los ejércitos, y a celebrar la fiesta de las cabañas” (Zacarías 14:16).

En Números 10:10 está escrito: “Y en el día de su regocijo y en sus períodos de fiesta y en los comienzos de sus meses, tienen que tocar las trompetas sobre sus ofrendas quemadas y sus sacrificios de comunión; y el uso de ellas tiene que servir de memoria para ustedes delante de su Dios. Yo soy Jehová su Dios". Aquellas fiestas debían servir de memorial, por lo tanto, debe entenderse que las tablas en relación con la fiesta de las Cabañas, el día de reposo de la semana y el comienzo del mes, serán asambleas para celebrar el gozo de la resurrección, dando gracias a Dios y la bienvenida a los resucitados terrestres.

La Fiesta de las Cabañas empezando el 15 de Tisri (Ethanim)

Sacrificios diarios de ofrendas quemadas

Animal de sacrificio expiatorio

Días

Toros

Carneros

Corderos

Cabritos

1

13

2

14

1

2

12

2

14

1

3

11

2

14

1

4

10

2

14

1

5

9

2

14

1

6

8

2

14

1

7

7

2

14

1

Totales

70

14

 

7

8

1

1

7

1

Números 29:13-36

 

Al igual que en la celebración del Pentecostés, vamos a hacer un análisis de la serie de ofrendas quemadas diarias, que simbolizan lo que pertenece a Dios, mediante el rescate con la resurrección (celestial o terrestre). Las instrucciones para las ofrendas quemadas durante los ocho días se encuentran en Números 29:13-36. Para ello, arriba hay una tabla que recapitula las siete series de ofrendas quemadas:

Parece que el programa de ofrendas quemadas de los 7 días de la fiesta de las Cabañas, es un cuadro general del escalonamiento de las resurrecciones hasta el final del reinado de los mil años. Está en orden decreciente de la población mundial (la columna de los toros), lo que parece corroborar que los últimos muertos serán los primeros en resucitar y los primeros muertos los últimos en resucitar (Mateo 19:30).

Los totales en la tabla revelan varias cosas importantes. El total de 14, de la columna de los carneros, corresponde a toda la humanidad resucitada, correspondiendo al valor fijo diario de los 14 corderos. Entonces este valor constante de 14 corderos podría corresponder al valor absoluto de redención y pertenencia a Dios, basado en el valor constante del rescate de Cristo, quien redimió a toda la humanidad justa que tendrá vida eterna, en total 14 carneros (2x7) (Mateo 20:28; Juan 1:29).

El total de la columna de toros sacrificados es de 70. Los simbolismos tanto del toro como del número 70, parecen confirmar que se trata de la resurrección terminada de la humanidad justa, al final de los mil años (Apocalipsis 20:5 (Los demás de los muertos no llegaron a vivir sino hasta que se terminaron los mil años)). Arriba están las bases bíblicas que demuestran que el toro simboliza a un humano justo que se somete a la soberanía de Dios (simbolizada por los cuernos del toro). Los 70 toros representan un grupo de humanos justos (Números 11:16 (en este texto Jehová Dios establece el número de 70 (7x10) ancianos)).

Por cierto, bíblicamente hablando, los números 7 y 10 simbolizan la plenitud, que es completa y abundante: "En seis angustias te librará; y en siete, nada dañino te tocará" (Job 5:19). En este texto el seis expresa lo mucho, el siete lo cabal y la superioridad de la protección divina, siendo el siete superior al seis. “Tu padre me engañó, ha cambiado mi salario diez veces” (Génesis 31:7,41). El número 10 tiene varios simbolismos según el contexto bíblico, que muchas veces significa la abundancia, lo cabal,  con una acentuación cuando se convierte en múltiplo ("que llegues a ser millares de veces diez mil" o 10 x 7 = 70 (toros que simbolizan a la humanidad justa resucitada) (Génesis 24:60)).

Finalmente, los sacrificios del octavo día de la fiesta de las Cabañas (abajo de los totales), permiten entender mejor la diferencia entre el simbolismo de los sacrificios en relación con la resurrección colectiva (de toda la humanidad justa) y el simbolismo de los sacrificios en relación con la resurrección de un solo ser humano justo (aparte lo del valor fijo de rescate de 7 corderos, los otros tres animales diferentes, son de 1 en número, correspondiente al rescate de una sola persona justa resucitada).

Las ofrendas de grano y las libaciones que acompañan aquellas ofrendas quemadas de la fiesta de las Cabañas, tienen exactamente el mismo significado que las de las ofrendas en cuanto a los 144.000 resucitados celestiales. Representan lógicamente todas las obras buenas acompañadas de una buena reputación (un buen olor espiritual) ante Dios y su Hijo Jesucristo y que hacen posible obtener la vida eterna con una resurrección definitiva de justo (Apocalipsis 20:5).

Por otro lado, los sacrificios expiatorios (la columna que menciona el sacrificio del cabrito) que acompañan a las resurrecciones terrestres no tienen el mismo proceso de perdón que el de los sacrificios expiatorios de las resurrecciones celestiales de los 144000 (de Pentecostés) (el cabrito sacrificado de modo expiatorio (perdón), que acompaña a las ofrendas quemadas (rescate mediante la resurrección)). Podemos recordar brevemente que cada uno de los 144.000 resucitados en el cielo lo será como alguien justo y sin pecado ante Dios. Esta justicia ante Dios se obtiene sobre la base del perdón regular de los pecados (mientras están vivos en la tierra) sobre la base del valor expiatorio de la sangre de Cristo (Romanos 8:1,2,33) y sobre el valor expiatorio de su propia sangre en el momento de su muerte en la tierra (Romanos 6:7 comparar con Apocalipsis 6:9 (alma=sangre)). Sobre esta base de justificación ante Dios, es el valor expiatorio (que adquiere el mismo significado que el rescate mediante la resurrección (en este caso específico)) de la sangre de Cristo lo que hace posible su resurrección celestial: "Él entró —no, no con la sangre de machos cabríos y de torillos, sino con su propia sangre— una vez para siempre en el lugar santo, y obtuvo liberación eterna para nosotros” (Hebreos 9:12). Esta liberación eterna es el rescate mediante la resurrección celestial (Efesios 1:14; Apocalipsis 3:5; 4:4; 6:11 (la larga ropa blanca = vida eterna mediante la resurrección)).

Dicho de paso, cuando el valor expiatorio (permanente) de la sangre de Cristo conduce al rescate, se entiendo que la expiación es la ejecución de un juicio, en este caso favorable, que conduce a la vida eterna mediante la resurrección celestial o terrestre de los justos (Hebreos 9:12 ; Efesios 1:14), o desfavorable, que conduce a la restitución (definitiva) de la vida a Dios, a través de la destrucción del pecador irreformable (Isaías 65:20b).

El proceso de perdón de los pecados de los resucitados terrestres se explica detalladamente en la profecía de Ezequiel (40-48). Es mucho más complejo de entender: “Porque el salario que el pecado paga es muerte” (Romanos 6:23). En Ezequiel 45:20 está escrito que los resucitados "inexpertos" cometerán "errores": "Y así harás en el día siete del mes por cualquier hombre que cometa una equivocación y por cualquier inexperto; y ustedes tienen que hacer expiación por la Casa" (Ezequiel 45:20). ¿Podrían tales pecados o errores (incluso no intencionales) reavivar un proceso mortal, como fue el caso de Adán y sus descendientes (Romanos 5:12)? La Biblia sugiere que este no será el caso, especialmente en Isaías 65:20: “Ya no llegará a haber de aquel lugar un niño de pecho de unos cuantos días de edad, ni un viejo que no cumpla sus días; porque uno morirá como simple muchacho, aunque tenga cien años de edad; y en cuanto al pecador, aunque tenga cien años de edad se invocará el mal contra él". Este texto muestra que el resucitado injusto que no quiera conformarse a las leyes de Dios, o que decida pecar voluntariosamente, después de un lapso de tiempo de cien años, "morirá como simple muchacho". Esto demuestra que sus propios pecados no habrán tenido impacto en su cuerpo humano hasta el punto de que será necesario "invocará el mal contra él". ¿No contradice eso a Romanos 6:23?

Al hacer referencia cruzada con la información de la profecía de Ezequiel 45:20 y Apocalipsis 20:5, se puede decir que el marco legal divino permitirá esta situación. ¿Cómo? En Apocalipsis 20: 5 está escrito: "Los demás de los muertos no llegaron a vivir sino hasta que se terminaron los mil años".

Este texto significa que todos los resucitados terrestres serán considerados "resucitados" o "existentes" (como humanidad), desde el punto de vista divino, solo al final de los mil años. Y hasta este plazo, desde un punto de vista divino, no existirá el grupo de resucitados terrestre hasta que terminen los mil años. Esto explica el detalle extraño de Ezequiel 45:20: "Y así harás en el [día] siete del mes por cualquier hombre que cometa una equivocación y por cualquier inexperto; y ustedes tienen que hacer expiación por la Casa". El día siete del mes, es el 7 de Nisán. Aquella expiación por la "Casa", se hacía por el Tabernáculo, en el Día de la Expiación: "Y tendrá que hacer expiación por el santo santuario, y por la tienda de reunión y por el altar hará expiación; y por los sacerdotes y por todo el pueblo de la congregación hará expiación" (Levítico 16:33).

Este pasaje bíblico da una información que es a la vez extraña, pero también explicable con la información en Revelación 20:5, que muestra que todos los resucitados (como grupo mundial) no tendrán existencia “efectiva legal” desde el punto de vista divino, durante el reinado milenio, hasta que termine este periodo. De hecho, está escrito en Ezequiel que por un error o pecado se hará expiación, no para el pecador, sino para la Casa o Templo (dependiendo del contexto). ¿Por qué?

Porque esta persona (resucitada) no tendrá una existencia oficial desde el punto de vista de Dios, pero su pecado recaerá sobre la "Casa" o el Templo. ¿Por qué? Porque, desde el punto de vista de Dios, la Gran Muchedumbre existirá al haber sobrevivido a la Gran Tribulación. De hecho, según Revelación 7:9-17 y Ezequiel 40-48, la Gran Muchedumbre tendrá el estatuto de "levita" o miembro de la "Casa" o Templo que servirá a Dios en el Templo con un servicio sagrado día y noche. Y, por lo tanto, cualquier pecado cometido por una persona resucitada que no existe legalmente recaerá automáticamente sobre la humanidad legalmente existente, los miembros del Templo o la "Casa". Una expiación anual, basada en la Sangre de Cristo, se hará para todos los "errores" o pecados cometidos por los inexpertos, en el séptimo mes, es decir, cada 10 de Tisri: " De modo que le dije inmediatamente: “Señor mío, tú eres el que sabe”. Y me dijo: “Estos son los que salen de la gran tribulación, y han lavado sus ropas largas y las han emblanquecido en la sangre del Cordero. Por eso están delante del trono de Dios; y le están rindiendo servicio sagrado día y noche en su templo; y El que está sentado en el trono extenderá su tienda sobre ellos" (Revelación 7: 14,15).

Además, como en la noche en que el ángel pasaba por encima de las casas que tenían la sangre del Cordero, la jamba de la puerta, así la profecía de Ezequiel menciona simbólicamente este acto: "Y el sacerdote tiene que tomar parte de la sangre de la ofrenda por el pecado y ponerla sobre la jamba de la puerta de la Casa y sobre las cuatro esquinas de la parte saliente circundante que pertenece al altar y sobre la jamba de la puerta de la entrada del patio interior" (Ezequiel 45:19). Aquella expiación se hace el 1 de Nisán. Esto demuestra que, desde el punto de vista de Jehová Dios y Jesucristo, la Gran Muchedumbre tendrá la condición de primogénito de toda la humanidad justa que será resucitada.

Aquella expiación, esta vez sobre la base de la sangre de Cristo, se hará el 1 y el 7 de Nisán, después de lo cual, el 14 de Nisán, se celebrará la conmemoración de la muerte de Jesucristo (Ezequiel 45:18-21). Con base a las explicaciones anteriores, cuando Adán y Eva pecaron, la sentencia de muerte anunciada por Dios (si desobedecían) (Génesis 2:15-17), entró en vigor no inmediatamente después de su acto de desobediencia, sino después del juicio de Dios para determinar la culpa de los pecadores y declaración divina de condenación de Adán y Eva (Génesis capítulo 3:1-7 (la secuencia del relato de la desobediencia de Adán y Eva) 3:8-19 (la audiencia, el juicio y la declaración divina de condenación de Adán y Eva)) (Romanos 5:12). El efecto mortal del pecado entró en acción después de la expresión divina, a través de Su Palabra de condenación de los dos pecadores (Isaías 55:11).

Las dos ofrendas quemadas diarias y las dos resurrecciones terrestres

 

Las ofrendas quemadas diarias

Sacrificio expiatorio

Días

Toro

Carnero

Corderos

Cabrito

29 ou 30

 

 

2

 

Éxodo 29:38-42 (2 carneros o 2 corderos)

Números 28:3-8

1 cordero por la mañana y 1 cordero entre las dos tardes

 

La tabla representa las dos resurrecciones terrestres diarias, por la mañana (poco después o durante la salida del sol), y entre las dos tardes, después de la puesta del sol y antes de la salida del sol. Lógicamente, no hay sacrificio expiatorio, porque el humano resucitado, en el momento de su renacimiento por la resurrección, estará libre de pecado física y mentalmente (y no necesitará ninguna expiación).

Sin embargo, esta interpretación parece extraña al dejar a entender que solo habría dos resurrecciones por día en el futuro paraíso terrestre. Una vez más, debemos poner este entendimiento en el contexto de la profecía de Ezequiel, capítulo 40-48. La descripción simbólica de esta profecía es la de la administración del reino de Dios en la tierra. Sin embargo, conviene precisar, según el contexto de esta misma profecía, que esta descripción se hace en forma de prototipo o modelo, teniendo como ejemplo a la nación de Israel y que se extenderá a toda la tierra, en el paraíso. Lo que significa que habrá otras réplicas de este mismo modelo de administración, esparcidas por toda la tierra.

¿Cuál es la base bíblica para tal entendimiento? (Habrá una pequeña digresión explicativa para determinar el número de resucitados terrestres a escala mundial) En cuanto al papel del "principal" (o príncipe) sobre esta nación profética modelo, se le describe en singular, como uno y único: “No obstante, el principal... como principal él mismo se sentará en ella, para comer pan delante de Jehová. Por vía del pórtico de la puerta entrará, y por vía del mismo saldrá” (Ezequiel 44:3; 45:7,16,17,22; 46:2,4,8,10,12, 16, 17, 18; 48:21, 22 (La lista de referencias bíblicas donde el principal (príncipe) se describe como único en esta nación modelo de Israel). Mientras que los hijos de Sadoc, estrechamente asociados con el principal (príncipe) se describen en plural: "Son los hijos de Sadoc, quienes, de los hijos de Leví, se acercan a Jehová para ministrarle" (Ezequiel 40:46 ; 43:19 ; 44:15 ; 48:11 (La lista de referencias bíblicas que describen la función de los hijos de Sadoc (los sacerdotes terrestres), como un grupo de hombres). No hay duda de que en el contexto general, habrá un solo principal (o príncipe) y varios hijos de Sadoc o sacerdotes terrestres, según este prototipo descriptivo de Israel.

Sin embargo, en el capítulo 45, Jehová Dios hace una declaración, concerniente el principal (o príncipe), lo que implica que la descripción profética del Israel modelo de la profecía tendrá otras réplicas a lo largo de la nueva tierra paradisíaca: “'Y para el principal habrá en este lado y en aquel lado de la contribución santa y de la posesión de la ciudad, al lado de la contribución santa y al lado de la posesión de la ciudad, algo al lado occidental hacia el oeste, y algo al lado oriental hacia el este. Y la longitud será exactamente como una de las partes correspondientes, desde el límite occidental hasta el límite oriental.  En lo que respecta a la tierra, llegará a ser de él como posesión en Israel. Y mis principales ya no maltratarán a mi pueblo, y la tierra la darán a la casa de Israel con respecto a sus tribus" (Ezequiel 45:7,8). "Y mis principales ya no maltratarán a mi pueblo" (lo contrario del antiguo Israel (ver versículo 9)), parece indicar que habrá más réplicas con otros "principales" o príncipes, además del prototipo de administración terrestre descrito proféticamente, en toda la tierra.

Obviamente, el "principal" descrito en la profecía corresponde a la función de los príncipes terrestres sobre toda la tierra paradisíaca: “¡Mira! Un rey reinará para justicia misma; y en cuanto a príncipes, gobernarán como príncipes para derecho mismo” (Isaías 32:1). “En lugar de tus antepasados llegará a haber tus hijos, a quienes nombrarás príncipes en toda la tierra” (Salmos 45:16).

En este caso, si es una descripción de un solo modelo de Israel, que se aplicará a toda la tierra, ¿la Biblia revela cuántas réplicas habrá? Lógicamente, habrá 144.000, por toda la faz de la tierra: "Hiciste que fueran un reino y sacerdotes para nuestro Dios, y han de reinar sobre la tierra" (Apocalipsis 5:10; 20:4, 6). Entendemos que, por cada una de las réplicas, según el modelo de Israel, habrá un rey-sacerdote, en representación de los 144.000, que reinará, a través del príncipe (principal). En Salmos 45:16 (que describe las bodas del Cordero (Jesucristo) de Apocalipsis 19:1-8, con la Nueva Jerusalén (los 144.000)), está escrito que todo príncipe será hijo de los 144.000. Por consiguiente, serán 144.000 príncipes terrestres quienes retransmitirán la autoridad de los 144.000 en la tierra en cada una de las réplicas de Israel descritas en la profecía de Ezequiel 40-48.

Según las declaraciones de Cristo, que compara la futura administración terrestre del Reino de Dios, a las “doce tribus de Israel”, entendemos que estas réplicas serán a escala tribal: “Jesús les dijo: “Jesús les dijo: “En verdad les digo: En la re-creación, cuando el Hijo del hombre se siente sobre su trono glorioso, ustedes los que me han seguido también se sentarán sobre doce tronos y juzgarán a las doce tribus de Israel"" (Mateo 19:28; 22:38-31). Así, las "doce tribus" simbólicas serán 144.000 tribus esparcidas por toda la tierra (comparar Apocalipsis 7:4-8), con el mismo modelo de administración descrito en Ezequiel 40-48, estarán formadas por familias de los resucitados con lazos genealógicos cercanos o lejanos (cuyos vínculos de parentesco (más o menos lejanos) están representados por las doce tribus en el modelo de Israel, en Ezequiel 40-48).

Volvamos al tema principal de las dos ofrendas quemadas diarias y el rescate mediante la resurrección. A partir de este entendimiento, de que debe haber dos resurrecciones diarias por tribu, multiplicado por 144.000 tribus repartidas por toda la tierra (que representan las doce tribus de Israel, mencionadas por Cristo), se puede establecer el número de resucitados por día, por mes (redondeado hasta treinta días) y por año (contándolos en años solares de 365 días cada uno). Son 288.000 resurrecciones por día, en todo el mundo (2 resurrecciones x 144.000 (de tribus terrestres)). Son 8.640.000 resucitados por mes, en todo el mundo (288.000 (resurrecciones diarias) x 30 (días)). Son aproximadamente entre 104 y 105 millones de resucitados por año (según se haga la multiplicación por 12 meses (104) o por 365 días (105)). Como indicación a nivel mundial, actualmente el número de nacimientos es de poco más de 130 millones por año.

Las estimaciones de la población mundial acumulada, que habría vivido en la tierra, varían según la escala de tiempo de los historiadores. Según la Biblia, la humanidad tiene solo 6000 años, y los mil millones de humanos se habrían alcanzado solo a principios del siglo XIX. Basado en una estimación amplia de una resurrección gradual de una población mundial muerta, de unos 20 mil millones de humanos, la resurrección terrestre, durante el reinado milenario, tomaría aproximadamente 200 años (basado en los cálculos del párrafo anterior).

Los dos sacrificios de ofrendas quemadas del Sábado

Las ofrendas quemadas del Sábado

Sacrificio expiatorio

Días

Toro

Carnero

Corderos

Cabrito

 

 

 

2

 

Números 28:9,10

 

Uno podría considerar la tabla de arriba, siendo como un resumen similar a las tablas de la resurrección celestial (Pentecostés) y terrestres (fiesta de las Cabañas). Lo que parece corroborar el entendimiento del resumen de las resurrecciones de la semana, es el hecho de que se mantienen y no se reponen las dos ofrendas quemadas diarias (que corresponden a las dos resurrecciones diarias). Hay dos posibilidades, siendo la primera, que el valor de los dos corderos, representa el resumen del grupo de resurrección de la semana, es decir 14 resurrecciones para la semana en la tribu, informando la asistencia de toda la tribu, los nombres de los resucitados y posiblemente sus vínculos familiares con los miembros de la tribu que los acogerá. Según Números 10:10, estos sábados deben servir como memorial, por lo tanto, deben ser asambleas para celebrar el gozo de la resurrección, dando gracias a Dios y acogiendo a los resucitados. La segunda posibilidad es que haya dos resurrecciones adicionales, es decir, cuatro resurrecciones, en el día de Sábado… Y como tercera posibilidad, se acumularían ambas posibilidades.

Ofrendas quemadas mensuales y el rescate mediante la resurrección

Las ofrendas quemadas del principio del mes

Sacrificio expiatorio

Días

Toros

Carnero

Corderos

Cabrito

 

 2

 1

7

Números 28:9,10

 

La lista de ofrendas quemadas es exactamente la misma que durante la celebración de Pentecostés el 6 de Siván, según Números 28:27-30, y que se refiere a los 144.000, salvo que, en este caso, se trata de los resucitados terrestres. El comentario de la tabla en relación con Pentecostés, se puede aplicar muy bien a los resucitados terrestres. La serie de ofrendas quemadas (7 corderos + 1 carnero + 2 toros (Tabla 2, basada en Números 28:27-30)), con una "ofrenda de grano y sus libaciones como sacrificio por fuego, de un olor agradable a Jehová", representan la conducta justa de los resucitados terrestres. Esto les permite después de cierto tiempo ser considerados como justos, gracias al sacrificio expiatorio, que los mantiene vivos a pesar de los errores involuntarios (pecados) cometidos en el paraíso terrestres. Este es un resumen de las resurrecciones del mes, que lleva por cada resucitado (1 carnero y 7 ovejas), a la condición de justo y a unirse a aquel grupo (2 toros). Según Números 10:10, aquellos Sábados de principios de mes, deben servir como memorial, por lo tanto, deben ser asambleas para celebrar el gozo de la resurrección, dando gracias a Dios y acogiendo a los resucitados.

En Ezequiel 46:1-6 está escrito que toda la tribu debe acudir a la Casa (descrita en Ezequiel 40-48), en sábado y en la luna nueva (el principio del mes), para oír los discursos de los hijos de Sadoc y del Principal, en la forma de sacrificios espirituales de la palabra o discursos basados ​​en los nuevos rollos para alimentar espiritualmente al pueblo (Comparar con Oseas 14:2 (toros de los labios) y Hebreos 13:15 (sacrificios de alabanza y frutos de los labios) (El simbolismo y los procedimientos de estas reuniones se explican en otra página). También es posible que los discursos se relacionen con la resurrección terrestre en curso (mencionado simbólicamente por los seis corderos y un carnero en las ofrendas quemadas) y los recién resucitados de la semana, y luego del mes, presentándolos por su nombre, dándoles la bienvenida y tranquilizándolos con amor fraternal, de parte del príncipe y los hijos de Sadoc y de toda la tribu.

Las ofrendas quemadas del principio del séptimo mes Etanim (Tisri)

Sacrificio expiatorio

Días

Toros

Carnero

Corderos

Cabrito

 

1

 1

7

Números 29:1-6

Además de las ofrendas quemadas mensuales

 

La tabla parece mencionar el punto de partida de la resurrección terrestre, humano por humano, y no en grupo. Además, se mantienen las ofrendas quemadas normales, lo que sugiere que el 1er Etanim (Tisri), como memorial como primer mes del principio de la resurrección terrestre (no la fecha misma): “Y en el séptimo mes, al primero del mes, deben celebrar una convocación santa. Ninguna clase de trabajo laborioso deben hacer. Debe resultar ser día del toque de trompeta para ustedes" (Números 29:1). Lo que parece apuntar a esta fecha como el comienzo de la resurrección. Y que se celebrará como memorial, año tras año como tal, con muchas fiestas gozosas.

Es muy interesante notar que el apóstol Pablo asocia el comienzo de la resurrección (en el contexto celestial) con el sonido de la trompeta: "¡Miren! Les digo un secreto sagrado: No todos nos dormiremos [en la muerte], pero todos seremos cambiados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, durante la última trompeta. Porque sonará la trompeta, y los muertos serán levantados incorruptibles, y nosotros seremos cambiados” (1 Corintios 15:51,52). “Porque el Señor mismo descenderá del cielo con una llamada imperativa, con voz de arcángel y con trompeta de Dios, y los que están muertos en unión con Cristo se levantarán primero” (1 Tesalonicenses 4:16). Sin embargo, este sonido de trompeta excepcional debe estar más bien relacionado con el de 10 de Etanim (Tisri) del año del jubileo que celebra una liberación de la esclavitud de la muerte (Romanos 5:12).

El sonido de las trompetas está estrechamente relacionado con el principio de la resurrección. He aquí lo que está escrito en Números 10:10: "Y en el día de su regocijo y en sus períodos de fiesta y en los comienzos de sus meses, tienen que tocar las trompetas sobre sus ofrendas quemadas y sus sacrificios de comunión; y el uso de ellas tiene que servir de memoria para ustedes delante de su Dios. Yo soy Jehová su Dios". Jehová Dios, en aquellos mandamientos, asocia el gozo, al sonido de las trompetas del principio de mes, con las ofrendas quemadas que simbolizan el rescate mediante la resurrección. También está la expresión de memorial, que parece indicar que las tablas de los sacrificios mensuales, las diversas fiestas como Pentecostés, la fiesta de las Cabañas y los Sábados de las semanas y de los comienzos de los meses, parecen describir fiestas gozosas que se celebrarán el gozo de la resurrección.

Sin embargo, los toques de trompeta excepcionales en los años fueron también los del 10, del séptimo mes del año del jubileo, lo que parece indicar la fecha precisa del comienzo de esta gran resurrección terrestre: "Y tienes que hacer sonar el cuerno de sonido fuerte en el mes séptimo, en el día diez del mes; en el día de expiación ustedes deben hacer sonar el cuerno en toda su tierra. Y tienen que santificar el año cincuenta y proclamar libertad en la tierra a todos sus habitantes. Llegará a ser un Jubileo para ustedes, y ustedes tienen que volver cada uno a su posesión y deben volver cada uno a su familia" (Levítico 25:9,10).

El año del jubileo desde el 10 de Etanim (Tishri) es un símbolo de la liberación de la humanidad de la esclavitud, del pecado que resulta en la muerte (Levítico 25:10). Aquella liberación no tiene mejor símbolo que la resurrección que soltará a miles de millones de humanos durante el reinado de 1000 años de Cristo: "“Muerte, ¿dónde está tu victoria? Muerte, ¿dónde está tu aguijón?”.  El aguijón que produce muerte es el pecado, y el poder del pecado es la Ley.  ¡Pero le damos gracias a Dios porque él nos da la victoria mediante nuestro Señor Jesucristo!” (1 Corintios 15:55-57). El aguijón era un palo con un extremo puntiagudo que el labrador usaba para guiar a un animal cuando araba. Durante los 6.000 años de historia, el pecado y la muerte han mantenido a la humanidad en cautiverio. Por lo tanto, es lógico pensar que el 10 de Etanim (Tishri) de 2024, será el primer Jubileo del reino milenario, que marcará el comienzo de la resurrección: “No se asombren de esto, porque viene la hora en que todos los que están en las tumbas oirán su voz  y saldrán: los que hayan hecho cosas buenas, para una resurrección de vida, y los que hayan hecho cosas malas, para una resurrección de juicio" (Juan 5:28,29).

Aquel jubileo que se cumplirá, verá el regreso de los muertos a la vida y reuniones de familias con gritos de alegría. Además, Levítico 25 especifica que habrá un “recobro” de la propiedad, lo que significa que se le otorgará al resucitado una propiedad o una "parte" terrestre que le pertenecerá de manera permanente: “En cuanto a ti, sigue adelante hasta el fin. Descansarás, pero al fin de los días te levantarás para recibir tu parte” (Daniel 12:13). Aquella “parte” será doble, la vida eterna y una propiedad terrestre que el dueño de la Tierra le habrá otorgado: “Porque la tierra es mía” - Dice Jehová (Levítico 25:23).

Por lo tanto, los diversos elementos bíblicos muestran que la Gran Tribulación debe tener lugar el 10 de Tisri (Etanim) del 2023, es decir, el viernes 22 de septiembre, después de la puesta del sol, hasta el sábado 23 de septiembre de 2023, hasta la puesta del sol (tiempo de Jerusalén), siendo en sí mismo un año sabático (7 veces siete sábados) (esta fecha es un sábado doble). Sin embargo, el 10 de Tisri del 2024 (9/10 de octubre de 2024 (Según la luna nueva astronómica)), será el comienzo oficial del año del Jubileo planetario que inaugurará (2024/25 (Otoño)), la liberación de los humanos de la muerte, por la resurrección: El apóstol Pablo mostró que la resurrección es "liberación eterna": "él entró —no, no con la sangre de machos cabríos y de torillos, sino con su propia sangre— una vez para siempre en el lugar santo, y obtuvo liberación eterna para nosotros" (Hebreos 9:12). Esta liberación eterna será el comienzo de la resurrección del 10 de Tisri del 2024 (9/10 de octubre del 2024 (Según la luna nueva astronómica)), el comienzo del año del Jubileo planetario...